¿CÓMO MEJORAR SUS HÁBITOS?



¿Cómo mejorar sus hábitos?

¿Hay algún hábito que le gustaría incorporar en su vida? 
Tal vez quiera dormir más, hacer ejercicio o estar más en contacto con sus seres queridos.

Por otra parte, quizás lo que desea es dejar una mala costumbre o vicio, como fumar, comer comida chatarra o pasar demasiado tiempo en Internet.

La fuerza de la costumbre.

Sin duda, abandonar una mala costumbre no es fácil. De hecho, se dice que los malos hábitos son como una cama calentita en un día frío: entrar no cuesta nada; lo que cuesta es salir.

Por eso, ¿cómo conseguimos que la fuerza de la costumbre esté a nuestro favor y no en nuestra contra? Veamos tres sugerencias. 

  • Sea realista

Quizás se sienta tentado a querer cambiar todos sus hábitos a la vez. 

Puede que piense: “Esta semana voy a dejar de fumar, de decir malas palabras y de acostarme tan tarde, y voy a empezar a hacer ejercicio, a comer mejor y no ver tanta televisión”.

“La sabiduría está con los modestos” (Proverbios 11:2)

Una persona modesta es realista. Sabe que su tiempo, energía y recursos son limitados. Así que, en vez de querer cambiar todo de golpe, va poco a poco.

“Si intenta alcanzar todas sus metas a la vez, no alcanzará ninguna”.

Cambie sus hábitos de forma gradual.

Quizás le ayude seguir estos pasos.

· Hágase dos listas: una con los hábitos que quiera adquirir y otra con los que quiera abandonar. En cada lista incluya todos los hábitos que se le ocurran.

· Asígnele a cada elemento de la lista un número según lo que usted considere más importante.

· Elija unos pocos hábitos de cada lista —quizás solo uno o dos— y concéntrese en ellos. Luego pase a los siguientes de cada lista.

· Para acelerar el proceso, reemplace un mal hábito con uno bueno. Por ejemplo, quizás quiera dejar de ver tanta televisión y desee hablar más con sus seres queridos. Así que pruebe esto: en vez de encender la televisión apenas llega del trabajo, llame a un amigo o a un familiar para saber cómo está. 

  • Vigile su entorno

Ha decidido comer más sano, pero parece que ese helado le está diciendo: “¡Cómeme!”.

Se ha resuelto a dejar de fumar, pero su amigo —que sabe que usted está intentando dejarlo— le ofrece un cigarrillo.

Había planeado hacer ejercicio hoy, pero la sola idea de ponerse a buscar la ropa y el calzado en el armario le parece agotadora.

¿Se ha fijado en cuánto influye el entorno en estos tres casos? Está más que comprobado que las circunstancias y las personas que nos rodean tienen mucho que ver en si lograremos adquirir un buen hábito y deshacernos de uno malo, o si nos quedaremos en el intento.

“Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena”. (Proverbios 22:3)

La Biblia nos aconseja que seamos previsores. Si lo somos, evitaremos situaciones que debiliten nuestra determinación y, a la vez, haremos cosas que contribuyan a que alcancemos nuestras metas. En pocas palabras, nos conviene vigilar nuestro entorno.

Haga que sea fácil tener un buen hábito y difícil tener uno malo.

Haga que sea difícil tener un mal hábito. Por ejemplo, si quiere eliminar la comida chatarra de su dieta, no compre alimentos de esa clase. De este modo, cuando le entren ganas de comer algo así, le será más difícil caer en la tentación.

Haga que sea fácil tener un buen hábito. Por poner un caso, si quiere empezar el día haciendo ejercicio, deje lista la ropa desde la noche anterior. Cuanto más fácil le sea ponerse a hacerlo, más probable será que lo haga.

Elija bien a sus amigos. Solemos parecernos a la gente con la que pasamos más tiempo (1 corintios 15:33) “No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”.

Por eso, procure estar con personas que lo ayuden a conseguir sus objetivos y límite su trato con quienes lo arrastren a los hábitos que quiere abandonar.

“El que está andando con personas sabias se hará sabio” (Proverbios 13:20)

  • Piense a largo plazo

Se dice que crear un hábito toma veintiún días. Pero según los investigadores, la realidad es que hay gente a la que le toma menos tiempo y gente a la que le toma mucho más. ¿Debería usted desanimarse por ello?

Bueno, piense en este ejemplo: supongamos que se propone hacer ejercicio tres veces a la semana.

La primera semana, lo logra.
La segunda semana, falla un día.
La tercera semana, de nuevo lo consigue.
La cuarta semana, solo hace ejercicio un día.
La quinta semana, vuelve a cumplir su objetivo. Y desde ese día en adelante, lo consigue todas las semanas.

Le tomó cinco semanas adquirir ese buen hábito. Quizás ahora eso le parezca mucho tiempo, pero una vez que logre su objetivo, se alegrará de haber perseverado.

“Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará” (Proverbios 24:16)

No importa cuántas veces caigamos, sino cuántas veces nos levantemos.

No crea que una recaída es un fracaso total. Contemple la posibilidad de que tendrá contratiempos.

Piense en las veces que hizo las cosas bien. Por ejemplo, si está intentando mejorar la relación con sus hijos, pregúntese: “¿Cuándo fue la última vez que estuve a punto de gritarles, pero no lo hice? ¿Qué fue lo que sí hice? ¿Cómo puedo repetirlo?”. Este tipo de preguntas lo ayudará a tener éxito y a evitar pensar demasiado en sus fallos.

“Olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, prosigo hacia la meta” (Filipenses 3:13,14)


De: jw.org