Con motivo de su primer viaje a San Petersburgo, en 1905, la ya entonces famosa Isadora fue invitada por la no menos célebre bailarina rusa Anna Pavlova a visitar su estudio. Allí tuvo el privilegio de contemplar a la gran diva realizando sus ejercicios. La propia Isadora lo relata en sus memorias: "Encontré a Pavlova de pie con su vestido de tul practicando en la barra, sometiéndose a la gimnasia más rigurosa, mientras que un viejo caballero con un violín marcaba el tiempo y la exhortaba a realizar mayores esfuerzos; era el legendario maestro Petipa. Me senté y durante tres horas observé tensa y perpleja los sorprendentes ejercicios de Pavlova, que parecía ser de acero elástico. Su hermoso rostro adoptó las líneas severas del mártir. No paró ni un solo instante. Todo su entrenamiento parecía estar destinado a separar por completo la mente de los movimientos gimnásticos del cuerpo. La mente debía alejarse de esa rigurosa disciplina muscular. Esto era justamente todo lo contrario de las teorías sobre las que yo había fundado mi escuela un año antes. Lo que yo pretendía es que mente y espíritu fuesen los motores del cuerpo y lo elevasen sin esfuerzo aparente hacia la luz." No debe sorprender este completo desacuerdo con las más antiguas normas del ballet por parte de quien concebía la danza como un sacerdocio, como una forma sublime de emoción espiritual y como una liturgia en la que alma y cuerpo debían ser arrastrados por la música para transformarse en puro arte.
Para Isadora, era el amor a la naturaleza y a la vida lo que había de transmitirse a través del movimiento, siguiendo el ejemplo de las nubes, el mar o las copas de los árboles mecidas por el viento. Enemiga del ballet, al que consideraba un género falso y absurdo, manifestó que la danza debe establecer una armonía calurosa entre los seres y la vida y no ser tan sólo una diversión agradable y frívola.
Durante esos años, las más importantes ciudades europeas pudieron extasiarse ante la nueva estrella, a la que llamaron "la ninfa". En todos lados tuvo amigos pintores, poetas e intelectuales y estuvo rodeada de admiradores que deseaban conocerla. Apasionada, bellísima y maravillosa, ejercía un poder de seducción irresistible entre cuantos la rodeaban.
Tuvo una hija con el escenógrafo británico Gordon Craig y un hijo con el magnate de las máquinas de coser Paris Singer.
Un día, agobiada por los ensayos, confió los niños a la institutriz para que los llevara en automóvil a Versalles. Ella misma relata que quizás tuvo un presagio del drama: "Al dejarlos en el coche, mi Deirdre colocó los labios contra los cristales de la ventanilla; yo me incliné y besé el vidrio en el sitio mismo donde ella tenía puesta la boca. Entonces, el frío del cristal me produjo una rara impresión e hizo que me recorriese un estremecimiento". Minutos después, el auto bordeaba el Sena y, al girar para cruzar uno de sus puentes, los frenos no respondieron a la voluntad del chófer. El coche se precipitó en las oscuras aguas y los dos niños perecieron ahogados. Isadora declaró: "Si esta desgracia hubiera ocurrido antes, yo hubiese podido vencerla; si más tarde, no habría sido tan terrible, pero en aquel momento, en plena madurez de mi vida, me aniquiló".
En efecto, la bailarina anuló todos sus compromisos y decidió interrumpir su carrera, dedicándose por entero a la enseñanza y tratando de olvidar su desgracia sumergiéndose en un trabajo agotador.
Varias veces pensó en quitarse la vida, pero siempre la disuadió la idea de que otros niños, empezando por los alumnos de la escuela que había creado en 1904, estaban necesitados de ella. Comenzó a participar en campañas benéficas y trató de llevar sus enseñanzas a diferentes países, lo que la condujo hasta Moscú en 1921, después de que el gobierno soviético mostrase su interés por recibirla.
Con el inicio de nuevas peregrinaciones volvieron los romances. En la Unión Soviética conoció a Sergei Esenin, poeta y cantor oficial de la Revolución de 1917, y se entusiasmó con el ambiente pletórico de ilusiones que se respiraba en el país y que Sergei encarnaba a la perfección. Esenin se enamoró locamente de Isadora y consiguió que ésta renunciara a su propósito, repetidamente afirmado, de no contraer matrimonio.
Pero su unión resultó catastrófica. Después de viajar por Europa y Estados Unidos, Sergei se hundió en una profunda apatía originada por una fase de infecundidad creativa que achacaba al hecho de vivir lejos de su patria. Lo cierto es que cuando el matrimonio regresó a Moscú, el poeta continuó en el mismo estado y se sumergió de forma imparable en la misantropía y el alcoholismo.
Medio loco, su comportamiento empezó a ser escandaloso hasta para la propia Isadora. Esenin acostumbraba a desaparecer dejando tras de sí un rastro de botellas vacías y muebles rotos. La paciencia de "la ninfa" llegó al límite. A finales de 1924, Isadora, ya divorciada, abandonó la Unión Soviética. Un año más tarde supo, por la noticia publicada en los periódicos, que su ex marido se había quitado la vida. La aventura rusa de la Duncan no sólo terminó en fracaso desde el punto de vista sentimental. Si bien al principio se había compenetrado a la perfección con sus interlocutores, entusiasmados con la idea de poner en marcha su Escuela de Danza Futura, más tarde esta iniciativa no fue bien acogida por ciertos dirigentes soviéticos que ya empezaban a mostrar los síntomas del anquilosamiento burocrático que luego sería proverbial en el sistema comunista.
De regreso a Europa, tampoco los empresarios capitalistas parecieron entusiasmarse con sus proyectos. Además, sus opiniones ateas, su actitud favorable hacia la Revolución Rusa y su evidente aceptación del amor libre no eran cualidades que la opinión pública occidental, a la defensiva después de la eclosión comunista, valorase positivamente.
Isadora decidió volver a los escenarios y ofreció una serie de recitales que resultaron un fracaso; el público fidelísimo que hasta la muerte de sus hijos la había llevado en volandas comenzó a fallarle; las salas la recibieron semivacías, silenciosas y heladas. Isadora se refugió en Niza, donde terminó su autobiografía y preparó 'El arte de la danza', libro en el que pretendía ofrecer una síntesis de sus enseñanzas.
Vivió sus últimos años, alejada de su arte, endeudada, viviendo en hoteles entre París y la costa mediterránea. Sus amigos la convencieron para que escribiese su autobiografía, entre ellos, su amigo, el escritor Sewell Stokes, quien la conoció en el declive. Posteriormente, Stokes escribiría un libro sobre Duncan “Isadora, un retrato íntimo”. La autobiografía de Isadora se publicó en 1927.
El l4 de septiembre de 1927, decidió dar un paseo en su Bugatti. El dramático accidente tuvo lugar cuando el automóvil recorría veloz la Promenade des Anglais: su largo chal rojo, el mismo que había agitado ante la multitud que la esperaba a su regreso de la Unión Soviética, se enredó en la radial de una de las ruedas posteriores del automóvil; Isadora no pudo liberarse del abrazo homicida y murió estrangulada. Ni siquiera ella hubiera podido imaginar un final más acorde con su existencia extravagante y romántica.
Su cuerpo fue cremado y sus cenizas fueron colocadas en el columbario del Cementerio de Père-Lachaise (París, Francia).
FRASES DE ISADORA DUNCAN
* Danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir
es amar; usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!
* Nací a la orilla del mar. Mi primera idea
del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas...
* Si podría decirte lo que se siente, no
valdría la pena bailarlo.
* Así, en algunos días imaginativos, mi
cerebro es como los cristales de un ventanal, por los cuales viera bellezas
fantásticas, formas maravillosas y los más ricos colores. Otros días, veo sólo
a través de unos cristales empañados y grises, y todo es un hacinamiento de
inmundicia, llamado Vida.
* El arte no es necesario en absoluto. Todo
lo necesario para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir es el amor.
* El amor puede ser un pasatiempo y una
tragedia.
* Mi lema: sin límites.
* Fuiste silvestre una vez. No te dejes
domesticar.
* En la medida en que el sufrimiento de los
niños está permitido, no existe amor verdadero en este mundo.
* La mejor herencia que se le puede dar a un
niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí
mismo.
* Si pudiéramos penetrar en nosotros mismos
y extraer los pensamientos como el buzo extrae las perlas... ¡Preciosas perlas
de las ostras cerradas del silencio, en las profundidades de nuestra subconsciencia!
* Había conocido en mi vida a los más
grandes artistas y a la gente más culta y triunfadora, pero ninguno de ellos
era feliz, aunque algunos lo simularan. Detrás de la máscara podía adivinarse,
sin mucha clarividencia, la misma angustia y el mismo padecimiento. Y es que en
este mundo no existe quizá la dicha. No hay sino momentos felices.
* Me dedicaba a leer todo lo que se había
escrito en el mundo sobre el arte de la danza, desde los primeros egipcios
hasta el día, y tomaba nota especial de todo lo que iba leyendo; pero cuando
hube terminado esta tarea colosal, comprobé que los únicos maestros de baile
que yo podía tener eran Jean Jacques Rousseau "Emilio", Walt Whitman
y Nietzsche.
* ¡Adiós mis amigos, yo voy a la gloria!
Refulgencias de un Ángel.
(Isadora Duncan)
Refulgencias… (I)
Rompe la mañana
Solo luz, ni astro rey, ni
argéntica luna
Ella y sus transparencias
El mar, la mar, la travestida
Se escapa de las tenazas de la
suave arena
Se mezcla en los pliegos de la
brisa
Tutea la espuma, sonriente
Ciegos la ven
Es danza en el aire, es
mística teresiana
Un éxtasis pulcro ante los
turbados removedores
De ciénaga
Son transparentes sus atavíos
y su cuerpo.
Lúcido…(II)
Lúcido mientras porto su
cuerpo lucido
Ni ato, ni tomo, ni asomo, ni
gesto
Amalgama de ansias, uñas
hincadas
Recelo, cresta de un cenit
Nada más besarla, nada más
sorberla, nada más
Ella brilla sobre las teclas,
chocan las cuerdas
Arroyuelo de manjares disolutos
Desnuda entre bambalinas
Entre cendales de vaporosa
nocturnidad
Se revuelve entre las sombras,
sisea entre la arbórea selva
De los corazones rasgados,
sensibles a la danza.
Cisne níveo e irrepetible. Oh,
diosa Isadora.
Tribulaciones…(III)
Danzar, rompiendo voluntades
Subir, tachada, excéntrica,
rupturista
Llegar, pétreas escalinatas de
afilados sesgos
El abismo, ante tus ojos
Vértigo, poesía enterrada
entre paredes nevadas
Vástagos arruinados, sin
estirpe
Luchadora, contradictoria,
lábaro de generaciones
Curtida piel, lacerada por
cilicios
El mar te llama a su oscuro
corazón, nada a contracorriente.
Diosa, ya. Nadie podrá escapar
a tu sufrimiento.
Ascenso al Domo del Mito…(y
IV)
El ave cenit, el arrollador
trasiego
El cúmulo de cicatrices, le
pudo
Y una Estola, habría de dar
cuenta del descenso
Del testimonio arrancado del
pecho ensangrentado
Un císneo cuello aprisionado
entre los hilos del cómplice radial
Un adiós enmarcado de letras
argénticas
Adieu, mes amis. Je vais à la
gloire o Je vais à l'amour
No importa, un Adieu en su
ascenso, polvo al polvo
Yace el ángel pétreo testigo
del otrora cuerpo
Columbario acogedor del
Mito…ella fue poco
Ahora lo es todo, nada muere
mientras vive en nuestras mentes.
Isadora… Merci Beaucoup.
De Santiago Pablo Romero
(Derechos reservados por
el autor)
He capturado este poema del gran poeta Santiago Pablo Romero, que lo publicó en "El día de la mujeres trabajadoras". Sellando con sensibilidad y gran admiración, tan acertada letras, haciéndole homenaje con su hermoso poema.
Isadora Duncan marcó historia por ser una pionera en todo aquello en lo que creía; por sus ideas anticipadas a su época y por la labor de ser una luchadora fuera de los patrones establecidos de su tiempo. Sin duda una gran mujer que merece este espacio.
Por su memoria y por todo lo que ella simbolizó.