EL DUELO "CONMOCIÓN"


CONMOCIÓN

   Cuando alguien se entera de que ha muerto un ser que ama, su primera reacción puede ser de conmoción; también puede experimentar un entumecimiento, y pensar: “No puede ser”. A veces se rechaza la idea de que se haya producido esa pérdida. Es como si se estuviera en trance, en estado de "zombi"; el individuo se mueve arrastrando los pies, casi sin reparar en lo que le rodea. Más adelante puede no tener memoria del día en que sufrió la pérdida. Ese olvido es la ayuda que nos presta la naturaleza; la mente, al cerrarse, trata inconscientemente de enfrentar el cambio súbito.

   Esta conmoción inicial puede durar unas pocas horas o unos cuantos días; cuando pasa, es importante contar con un amigo íntimo o un ser querido que nos asista en el dolor. A menudo la familia y los amigos están a nuestro lado durante los funerales, pero luego se van. Por lo general es entonces cuando salimos de la conmoción. En ese momento es cuando más necesitamos de alguien, pues al pasar el aturdimiento comienza el verdadero dolor.

   Cuando sufras, recuerda que la ira y el resentimiento son reacciones normales ante una pérdida. Ya la superarás. La vida volverá a ser más o menos normal.


NEGACIÓN

   Cuando nos sentimos heridos, tendemos a negarlo. De ese modo parece que el dolor se alivia. Es tal el deseo de que no exista que, al negarlo, nos engañamos pensando que no está. Una vez más, se trata de la parte inconsciente del ser, que intenta controlar la pérdida. La negación puede manifestarse de muchas maneras:

  • - Perdemos interés o dejamos de participar en los asuntos cotidianos.
  • - Dormimos demasiado o tenemos insomnio.
  • - Perdemos el apetito. 
  • - Nos desentendemos de la higiene personal.
  • - No podemos salir de la depresión.
   Es importante comprender que la negación es una etapa normal en el proceso de duelo y que, llegando el momento, la dejaremos atrás.


SENTIR

   El primer paso en la ruta hacia la curación es aceptar la realidad de la situación: Que hemos sufrido una pérdida, La pérdida es real y resulta importante reconocerla. Sentir es normal. ¡No dejes de sentir! No reprimas la ira, la tristeza, los nervios ni la desesperanza. Estos sentimientos son muy naturales. No disimules tus sentimientos, creyéndote inmaduro o pensando que ese tipo de conducta es inaceptable. 
Si tienes deseo de llorar, ¡llora! El llanto es una reacción natural, muy necesaria para curar el cuerpo. De hecho, se ha comprobado científicamente que las lágrimas de tristeza tienen una composición bioquímica distinta de las de alegría y risa. 
Por lo tanto, llorar te ayuda a eliminar ciertos elementos del cuerpo. Nos purifica el alma.

   Es natural que piense a menudo en el ser querido que has perdido; al hacerlo, a veces tus pensamientos se entremezclan con ira. Si te enfadas, deja que la ira surja sin perjudicarte ni perjudicar a otros; desahógala en alguna actividad física, practicando algún deporte o gritando en un lugar remoto. Es comprensible que sientas dolor y enojo; es saludable expresar eso de un modo benéfico.
 
   Tampoco debes calificar tus sentimientos. Todos somos individuos; nuestras relaciones mutuas son siempre únicas. Por lo tanto, cada uno reacciona a una situación de modo diferente, sobre todo ante una pérdida. No te juzgues por lo que sientan otros. No hay una manera de sentir que sea correcta o equivocada.
  También es bastante común que deseemos evadirnos del dolor cuando antes, por lo que algunos tratan de medicarse con sedantes. A veces son necesarios para lograr un alivio rápido y pasajero. Sin embargo, a largo plazo, las drogas estorban nuestro progreso y esos sentimientos que tratamos de reprimir suelen emerger de un modo u otro.

   Se percibe cuando alguna persona no ha elaborado su duelo. El cuerpo lo demuestra, pues lo exterior es espejo del mundo interior. Han reprimido sus sentimientos al punto de perjudicar mucho su salud. El duelo no elaborado los carcome, literalmente, y se manifiesta en una miríada de dolencias y enfermedades: obesidad, alergias, dolores agudos, problemas respiratorios y en algunos casos, cáncer.

   Por lo tanto, a fin de conservar la salud, debemos pasar plenamente por la experiencia del sentir. Los sentimientos son nuestro instrumento de la vida.



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