EL AMOR A UNO MISMO


EL AMOR A UNO MISMO

“Si yo no pienso en mí, quién lo hará…
…Si pienso en mi, quién soy”

Autoestima y egoismo son tomados generalmente como términos antagónicos, aunque ambos comparte un significado muy emparentado: la idea de quererse, valorarse, reconocerse y ocuparse de sí mismo.

Sabemos dónde está cada cosa y cada persona que queremos, pero muchas veces no sabemos dónde estamos nosotros. Nos hemos olvidado de nuestro lugar en el mundo. Podemos ubicar rápidamente el lugar de los demás, el lugar que los demás tienen en nuestra vida, y a veces hasta podemos definir el lugar que nosostros tenemos en la vida de otros, pero nos olvidamos cuál es el lugar que nosotros tenemos en nuestra propia vida.

Nos gusta enunciar que no podríamos vivir sin algunos seres queridos. Yo propongo hacer nuestra la irónica frase con la que sintetizo mi real vínculo conmigo:
No puedo vivir sin mí.

La primera cosa que se nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidarlo, ocuparnos de él, escucharlo, procurar las cosas que le gustan, ocuparnos de que disfrute de la vida y regalarle lo más que quiere en el mundo, llevarle a los lugares que más le agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y comprensión.
Cuando el otro nos quiere, hace exactamente lo mismo
Ahora, me pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?
Seria bueno que yo me cuidara, que me escuchara a mi mismo, que me ocupara de darme algunos gustos, de hacerme las cosas más fáciles, de regalarme las cosas que me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme.
Tratarme como trato a los que me quieren.

Pero, claro, si mi manera de demostrar mi amor es quedarme a mereced del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que me acuesto.

El mundo actual golpea a nuestra puerta para avisarnos que este modelo que cargaba mi abuela, “la vida es nacer, sufrir y morir”, no sólo es mentira, sino que además es mal intencionado (les hace el juego a alguno comerciantes de almas).

Si hay alguien que debería estar conmigo todo el tiempo, ese alguien soy yo.

Y para poder estar conmigo debo empezar por aceptarme tal como soy. Y no quiere decir que renuncie a cambiar a través del tiempo. Quiere decir replantear la postura. Porque frente a algunas características de mí que no me guste hay siempre dos caminos para resolver el problema.

El primero, el más común, es la solución clásica: intentar cambiar.

El segundo camino, el que propongo, es dejar de detestar esa característica y como única actitud, permitir que, por sí misma, esa condición se modifique.

Incluso para cambiar algo, el camino realmente comienza cuando dejo de oponerme. Nunca voy a adelgazar si no acepto que estoy gordo.



El ejemplo que siempre pongo es una historia real que me tiene como protagonista:

Yo suelo ser bastante distraído. Cuando tenía mi primer consultorio, muy frecuentemente olvidaba las llaves, y entonces llegaba a la puerta y me daba cuenta de que había olvidado el llavero en mi casa. Esto generaba un problema, porque tenía que ir al cerrajero, pedirle que me abriera, hacer un duplicado de la llave. Era toda una historia.

La segunda vez que me pasó decidí, furioso, que no podía pasarme más. Así que puse un cartelito en el parabrisas de auto que decía: “llaves”. Me subia al auto, veía el cartelito, entraba de nuevo en mi casa y me llevaba las llaves. Funcionó muy bien las primeras cuatro semanas, hasta que me acostumbré al cartelito. Cuando te acostumbras al cartelito ya no lo vez más. Un día olvidé las llaves otra vez, así que le pedí a mi esposa que me hiciera acordar de las llaves. Todas las mañanas ella me decía: “¿Llevas las llaves?”. Pero el día que ella se olvidó, yo me olvidé y, por supuesto, le heché la culpa a ella, pero de todas maneras tuve que pagar el cerrajero.

Un día me di cuenta de que, indudablemente, no había manera; que yo era un despistado y que de vez en cuando me iba a olvidar las llaves. Por lo tanto, hice una cosa muy distinta a todas las anteriores:

Hice varias copias de las llaves y le di una al portero, una al heladero de la esquina (que era amigo mío), otra a una colega que tenía el consultorio a cinco cuadras, enganché una con las llaves del auto y me quedé con una suelta. Tenía cinco copias rondando por ahí.

Este relato no tendría nada de gracioso sino fuera porque, a partir de ese día nunca más olvidé las llaves.

Todavia hoy el portero del departamento de la calle Serrano, cuando me ve, me dice: “No se para que me dio esta llave si nunca la usó”.

La teoria paradojal del cambio dice que solamente se puede cambiar algo cuando uno deja de pelearse con eso.

Y si mi relación conmigo me condiciona tanto por dejar de vivir forzándome a ser diferente, imaginemos cómo condiciona mi relación con los demás creer que ellos tienen que cambiar.

Uno de los aprendizajes ha hacer en el camino del encuentro es justamente la aceptación del otro tal como es. Y eso sólo es posible si antes aprendo a aceptarme.

El enfadarse con el otro por cómo es, significa que, para que yo pueda quererlo, tiene que ser como yo quiero que sea. 

Si tu amiga es impuntual y la esperas una hora cada vez que te citas con ella, no te enojes. ¿Quién te obliga a esperarla? 
Cuando yo espero a alguien que es usualmente impuntual, la razón de mi espera es porque elijo esperarlo y no porque él llegó tarde. 
¿Debo hacer responsable al otro de mis propias decisiones?

Son estilos, maneras de plantear las cosas.

Cada uno espera cuanto quiere esperar.

Tu concepto de la puntualidad es tuyo y yo no lo comparto.

No tienes que ser como yo, pero no me pidas que sea como tú.

Ser adulto significa hacerse responsable de la vida que uno lleva, saber que las cosas que uno vive en gran medida las vive porque se ocupa de que así sea y, a partir de allí, animarme a quererme incondicionalmente, por egoísta que parezca.


Se supone que el egoísmo es patológico cuando va en deterioro del otro, cuando me impide compartir. Pero ¿Por qué el otro se vería dañado y afectado por el hecho de que yo me quiera mucho?

Sabemos ya que el amor no se agota, que mi capacidad de amar es ilimitada y, por lo tanto, que es ridículo pensar que por quererme mucho a mí mismo no me va a quedar espacio para querer a los demás.

El egoísmo es para mí muy poderoso, capaz de revelarnos algunas verdades sobre nosotros mismos. Pero vivimos rechazándolo, lo queremos matar, sin darnos cuenta de que no podríamos vivir sin él.
Amigarnos con nuestro egoísmo, entonces no sólo podremos servirnos de él para engrandecernos sino que podremos volvernos más generosos, más nobles, más sabios, más solidarios y más inteligentes.

Todo lo que cada uno se quiere a sí mismo es poco. Con seguridad, a todos todavía nos falta querernos más.

Ocurre que cuando el individuo se le prohíbe ser egoísta, para encontar un lugar donde quererse, cuidarse y atenderse, se vuelve mezquino, ruin, codicioso, canalla y jodido. El individuo se vuelve despreciable porque cree que tiene que elegir entre él y el otro, y cuando se elige a sí mismo cree que lo hace en contra de su moral. 
La idea que anima a concebir el egoísmo como un deterioro de los otros, es plantearse la vida como una batalla mortal. Pero eso no siempre es cierto. Habrá habido, y seguramente seguirá habiendo, batallas a muerte, pero analizar el mundo de este modo en todo momento es una visión limitada con la cual no comulgo.

Hasta que el individuo no descubre su mejor egoísmo, el poderoso mago dentro de él, no se da cuenta de que él es el centro de su existencia y decimos entonces que está descentrado. Quiero decir, que vive y gira al rededor de cosas externas, que hace centro en otras cosas.

Por supuesto, algunos aspectos de nuestro mundo están compartidos; tú y yo podemos charlar, podemos ponernos de acuerdo y también en desacuerdo, podemos tener espacios en el mundo del otro y espacios comunes a los dos. Pero cuando tú te vas… te vas con tu mundo y yo me quedo con el mío.

Si yo renuncio a ser el centro de mi mundo, alguien va a ocupar ese espacio. Si giro alrededor tuyo empiezo a estar pendiente de todo lo que digas y hagas. Entonces vivo en función de lo que me permitas, de lo que me des, de lo que me enseñes, de lo que me muestres, de lo que me ocultes…
Y, por otro lado, cuando me doy cuenta de que soy el centro del mundo de otro, me empiezo a asfixiar, me pudro, me canso y quiero escapar…

Mi idea del encuentro es: dos personas centradas en ellas mismas que comparten su camino sin renunciar a su centramiento. Si no estoy centrado en mí, es como si no existiera. Y si no existo, ¿Cómo podría encontrarte en el camino?
¿Por qué es tan difícil aceptar esta idea del encuentro?
Porque va en contra de todo lo que aprendimos. Hemos aprendido que si algo para ti es importante, debe serlo también para mí. Porque estamos entrenados en privilegiar al prójimo.
Pero vengo yo, Jorge Bucay, y provoco, escandalizo, pateo la puerta y digo: “¡Para nada! En realidad, lo que yo miro es más importante que lo que mira el otro; mis ojos son prioritarios a los ojos del otro”.

Cada vez que explico este pensamiento, alguien salta indignado: “¡Eso es egocéntrico!”. Y yo digo: “Sí, claro que es egocéntrico”. Como todas las posturas individualistas, esta postura es egocéntrica. Es individualista, egocéntrica y saludable, las tres cosas.
Indefectiblemente, para aprender esta idea del encuentro hay que desandar la otra, la de la dependencia. Se nos mezclan, seguramente, pero hay que seguir trabajando.
Hay que tener el valor de ser el protagonista de nuestra vida. Porque si se cede el papel protagónico, no hay película.

Cuando estamos en una negociación, el otro puede decir muy enojado: “Pero al final tú estás haciendo lo que a ti te conviene”.
Sí, estoy negociando para hacer lo que más me conviene a mí, ¿Para qué otra cosa negociaría?
¿Desde qué lugar negociaría si no me prefiriera a mí antes que a ti?
Negocio con otro porque es imposible hacer todo lo que yo quiero, y si pudiera hacerlo, sin dañar al otro, quizá lo haría. ¿Por qué no?
Puedo quererte y estar dispuesto a ceder un poco porque además de quererme a mí te quiero a ti; pero entre los dos, no hay ninguna duda de que me prefiero a mí.
No se nace sabiendo disfrutar el compartir, tampoco es obligatorio, pero se puede aprender.


Al principio, la música clásica parece medio chirriante, pero después se aprende a escuchar a Tchaicovsky; después ballet; y después, si uno se anima un poquito más, empieza a encontrarle el placercito al barroco; y después empieza a escuchar música sinfónica. Uno va educando su oído y no pierde el gusto por lo anterior.
Cuando no hemos sido entrenados para mirar pintura, vemos un cuadro famoso y no entendemos. Pero así como se aprende a escuchar música, se aprende a entender pintura. Se lee sobre pintura y se aprende a mirar.
La moral también se aprende.
Nadie puede hacer que me guste Goya. Nadie puede obligarme a que me guste Picasso, pero si yo aprendo, si yo crezco, si yo educo mi buen gusto. Va a crecer la posibilidad de que me gusten esas cosas, voy a encontrar aquello que realmente está ahí, par poder extraerlo y disfrutarlo.

Cuanto más disfruto, cuanto más placer soy capaz de sentir, más entrenado está mi amor por mí. Si cuidarte y darte desde el amor me da placer, por qué no pensar que es desde la búsqueda de este placer que yo actúo y ejerzo el amor que te tengo.
Cómo no va a ser así, si el amor por ti proviene del amor por mí.
Hay que darse cuenta de que hay en el mundo personas, cosas y hechos muy importantes, pero ninguno más importante para mí que yo mismo. Porque nos guste o no nos guste, repito, cada uno de nosotros es el centro del mundo en el que vive.

Si en un grupo dices:
- Yo defiendo bien mis lugares porque tengo la autoestima bien elevada.
el otro te dice:
- Oye, qué bien, ¿Quién es tu terapeuta?
En cambio, si dices:
- Yo defiendo muy bien mis lugares porque soy bien egoísta.
El otro te dice:
- ¡Estas loco! Cambia de terapeuta.

Apuesto con todo mi corazón por nosotros. Pero si vas a forzarme a elegir…
Entre tú y yo… yo.

(Jorge Bucay)



COMPROMISO DE AMOR


COMPROMISO DE AMOR

Me comprometo a…
Amarme, cuidarme, aceptarme y respetarme siempre,
en la salud y en la enfermedad,
en el triunfo y en el fracaso,
en el acierto y en el error,
en la alegría y en el dolor.
Seré siempre mi aliado/a y compañero/a.

Me comprometo a…
Cuidar y amar mi cuerpo.
Satisfacer sus naturales necesidades.
Evitar cualquier cosa que pueda dañarle.
Darle la acción y también el descanso,
el gozo y las caricias que necesita.

Me comprometo a…
Hacerme responsable de mi vida y de mi destino
y dejar de excusarme en los demás.
Centrarme en lo que hago y tengo que hacer
y no en lo que deben hacer los demás.
Centrarme en lo que yo tengo que aprender 
y no lo que deben aprender los otros.

Me comprometo a…
Levantarme si un día me caigo
perdonarme si un día me equivoco
buscarme si un día me pierdo.
Estar siempre dispuesto/a a empezar de nuevo
y buscar mi felicidad.

Me comprometo a…
Decir "sí"
cuando realmente lo quiera.
Decir "no"
cuando mi corazón lo sienta.
Me comprometo a vivir mi verdad,
respetando la verdad de los demás,
buscando la armonía como guía de vida.

Me comprometo a…
No pedir a otros/as lo que no esté dispuesto/a yo a darle
y no darlo, si hacerlo va a dañarme.
Tomar con agradecimiento todo lo que quieran darme
y dar con verdad todo lo que yo quiera darles,
buscando siempre el equilibrio en mis relaciones.

Me comprometo a…
Nunca querer ser dueño/a de la vida de nadie
para poder ser el dueño/a de mi propia vida.
Amaré a mis amigos/as pero no serán míos/as.
Amaré a mi pareja pero no será mío/a.
Cuidaré y enseñaré a mis hijos/as,
pero no seré su dueño/a
ni nadie podrá ser dueño/a mío/a.
Más allá de lo que los demás sean los respetaré. 
Más allá de lo que yo sea para ellos
me respetarán como persona.

Me comprometo a…
Aceptar la realidad de los demás
y no estar en las fantasías de lo que yo deseo y espero.
Si digo "sí", o si digo "no" 
es de la misma manera 
que siento el respeto de ellos hacia mi persona.

Me comprometo a…
Pedir lo que necesito
expresar lo que siento
decir lo que me gusta
y lo que me desagrada.

Me comprometo a...
gritar mi dolor
y llorar mi pena,
reír mi alegría
y respirar mi esperanza.

Me comprometo a...
Hacer cada día algo,
de lo que me sienta satisfecho/a
y me haga sentir mi propia valía.

Me comprometo a...
poner en cada día de mi vida
un poco de amor
haciendo las cosas con corazón
por mi propia satisfacción.

Me comprometo a...
De entre todos mis sueños y deseos
dar importancia a lo más importante.
De entre todos mis amores
dar más amor a lo que más quiero.

Me comprometo a...
estar más en lo que hago
y en lo que tengo,
sabiendo disfrutarlo.

Me comprometo a...
Nunca renunciar a mis verdaderos sueños
A esforzarme cada día un poco
para lograr lo que anhelo,
sin abandonar ante los obstáculos y desafíos.

Me comprometo a...
permanecer en lo que quiero
a seguir mi camino con voluntad, fuerza y firmeza
sabiendo también adaptarme y cambiar lo necesario.


Del Libro "Amarte. Creando tu plenitud"
Francisco Torres Perales



EL DESCALIFICADOR



¡Excelente trabajo!, lástima que lo entregaste tarde.
Un jefe a su empleado

EQUIPAJE PRESTADO

   Muchas personas desperdician a diario minutos y horas de su tiempo tratando de descalificar a todo aquellos que se encuentran a su alrededor. Pareciera ser que disfrutan al menospreciar y rebajar a los demás, sea cual fuere la tarea que están realizando o el vínculo que tengan con las víctimas.
   Si alguna vez padeciste este tipo de ataque verbal, es posible que te hayas cuestionado el origen de estas agresiones, que te hayas preguntado cuáles fueron las causas que las motivaron y, seguramente, no hayas encontrado la respuesta.
   Podemos proponer diferentes teorías y suposiciones: sin llegar a ninguna conclusión única sí podemos de todas maneras darnos cuenta de que el descalificador tiene como objetivo controlar nuestra autoestima, hacernos sentir "nada" ante los demás, para que de esta forma, él pueda brillar y ser el centro del universo.
   Si haces algo, el descalificador te criticará por accionar y si no accionas, te juzgará por no hacerlo. Su especialidad son los dobles mensajes y los mensajes ambivalentes. Los descalificadores hoy te endiosan y mañana te bajan del pedestal en un instante. Juegan juegos crueles que pretenden desestabilizar tus emociones y robarte los sueños.
   Su idea es que vivas desconfiando, te sientas inseguro y seas dependiente de sus palabras y opiniones.
   Invalidar, descalificar, manipular son los objetivos, las metas del descalificador. El procura tener control y poder sobre tus emociones, tu alma y tu razón para luego destruir tu estima y que entonces que pases a depender absolutamente de él.
¡Es un digno representante de la gente tóxica!
   Sin embargo, no todas son malas noticias. Podemos recuperar el control de nuestras emociones, de nuestra estima y ser libre de cada uno de los descalificadores.
¡Podemos desintoxicarnos!
   Aprendamos a reconocerlos y a accionar de la forma más productiva y eficaz para que nadie salga herido ni perjudicado.

CÓMO RECONOCER A UN DESCALIFICADOR Y EVITAR SALIR LASTIMADO

   Conocer e identificar el modus operandi del descalificador nos permitirá neutralizar sus ataques, defendernos y resguardarnos inteligentemente, y así coartar y limitar su avance y sus intenciones.
Comencemos a visualizar las tácticas y las estrategias del descalificador: 
  • Se esconde detrás de máscaras: juega el papel del amigo, del compañero y por qué no, hasta de un hermano
  • Finge estar interesado en lo que haces, pero en su mente tramará cómo sacar ventaja de aquello en lo que estás trabajando
  • Es irónico y sarcástico: mediante indirectas e insinuaciones te hará creer que lo que estás haciendo no está del todo bien, influyendo de esta manera negativamente en la motivación y la energía que volcaste en tu proyecto
  • Vivirá usando una lupa para ver con detalle tus defectos, para luego utilizarlos a su favor y poder así desvalorizarte en el momento indicado, convirtiéndote en su presa y en su víctima
  • Tratará por todos los medios de reducir tu estima y tu valor a cero para que su figura y su poder aumenten. Sólo si tú mermas, él podrá hacerse grande
  • Estará atento a escuchar los reclamos y las quejas que tú hagas sobre ti mismo, para que en el momento adecuado y certero pueda sacarlos a luz y así perjudicar tu estima y tu poder
  • Agigantará tus errores y tus fracasos y reducirá al máximo el valor de tus logros y de tus éxitos
  • Por momentos intentará ser un ángel, un ángel enmascarado y agazapado, que en el momento preciso será capaz de dar la estocada final. Si por alguna circunstancia debes enfrentarte o competir con él, por ejemplo, en un proyecto laboral, a este "ángel" no le importará haberte dicho ser "tu hermano" en algún momento, sino que avanzará con toda la artillería lista para desvalorizar tus logros y hacerte quedar como una pobre persona que no consigue nada de lo que se propone en la vida
  • Vivirá escondido detrás de una máscara para jugar así mejor su juego, ocultando su mal humor, su irritabilidad y la falta de dominio propio al no poder presentarse y relacionarse tal cual es. Su propia vulnerabilidad logra asustarlo
  • Su objetivo es tener "poder y control" sobre todo cuanto sucede y sobre todos aquellos que estén a su alcance
  • Sólo él tiene razón y conoce a la perfección todos los temas y asuntos que pueden tratarse.
   ¿Conoces a alguien así?
   Seguramente en cientos de oportunidades has tenido que convivir con muchos de ellos, y hoy, mientras estás leyendo, estás viendo mentalmente el retrato de aquel que le acosó y trató de amargarte y hacerte difícil la convivencia. Ellos sienten que, cuanto mayor control tienen, mayor es su satisfacción, (aunque ese control sea efímero).
   Aunque te parezca difícil de creer, todos, alguna vez, fuimos víctimas de un descalificador; incluso los mismos que ahora descalifican han sufrido en su momento permanentes agresiones que lastimaron su estima y sus ganas de crecer.
Todos hemos recibido respuestas y contestaciones letales que nos han dejado atónitos o sin palabras; sin embargo es importante resaltar que "todos" tenemos la oportunidad de cambiar, de pedir disculpas si hemos descalificado y de revertir las actitudes y las acciones que desplegamos a diario si estas son nocivas para nosotros o para terceros.

PODER Y CONTROL

   La mentalidad de la persona descalificadora es avasallante y precisa. Sabe con exactitud cuál es el dardo que saldrá de su boca, ya que su fin es destruir tu estima.
   Es detallista: observará a la perfección cada una de tus acciones para poder así determinar en qué momento disparar los perdigones. Sus movimientos son tan minuciosos que la víctima no se da cuenta del lugar que le está cediendo a esta persona y de lo destructiva que su manipulación puede llegar a ser.
   El descalificador se encargará de hacerte cumplir sus exigencias o, de lo contrario, te hará la vida imposible. Sea como fuere, querrá conseguir que pienses, sientas y acciones sólo como él lo desea.
   Otro rasgo llamativo de este tipo de personas es que pretenden "ser perfectas"; el descalificador jamás podrá admitir un error, y por supuesto no sentirá culpa por nada; por otro lado nada de lo que sucede obtiene su atención, con excepción de aquello relacionado con lo que él quiere alcanzar. A medida que su víctima le deja espacio, él va ganando territorio. Al cabo de los meses y de los años, su humor será más irritable y sus contestaciones más hirientes, hasta verse convertido en un ser sumamente difícil para la convivencia.
   Control, poder y más control y poder, es lo que anhelan estas personas: control sobre tus emociones y tus acciones. Su agresión aumentará en la medida en que tomen conciencia de que quienes están a su alrededor, en cuanto puedan, se alejarán de sus vidas, perdiendo así todo lo que alguna vez se esforzaron por alcanzar.
   Claro que en un momento determinado esa agresión se volverá contra ellos, convirtiéndose en una depresión llena de culpas que desembocará luego en una enfermedad psicosomática.

DESCALIFICACIÓN: ENFERMEDAD CONTAGIOSA

   Tal vez te preguntes si es posible que puedas contagiarte de ese poder destructivo tan aborrecible. La respuesta es "sí".
Veamos cómo.

   En primer lugar, la persona descalificadora se tomará tiempo para conocerte; de a poco, encontrará una forma de satisfacer tus necesidades, de llevarte paz y cooperar contigo, para que, una vez que le hayas dado toda tu confianza, sean sus palabras y sus decisiones las que tengan poder y peso sobre tu vida.
   En esta instancia, dudarás de tus capacidades, y te preguntarás "¿no será que él tiene razón?, yo no puedo con todo esto." Y hasta llegarás a dar gracias de que esa persona esté a tu lado, aunque esté convirtiendo, sin que tú te des cuenta, tú servicio o trabajo en servilismo.
   Desde ese lugar de autoridad y poder, toda palabra que salga de su boca será aceptada por ti, y como no sabrás cómo manejar la frustración y la desvalorización continuas que recibes, reprimirás toda la bronca contenida. Como no serás capaz de enfrentar la situación, inconscientemente te equivocarás más seguido, quedando expuesto a la palabra autorizada que descalifica y subestima todas tus emociones
y capacidades.
   Es importante que sepas que a partir de la reiterada manipulación que el descalificador hará de tus valores, con el tiempo correrás el riesgo de parecerte a él. El agresor te enseña que "el mundo empieza y termina en cada uno", lo cual, a la larga, podrá convertirse en tu propia creencia. Si esto sucede, tal vez sientas que ahora sí, te toca, como se dice, "tener la sartén por el mango".
   Así es como sucede que el que alguna vez sufrió en carne propia este tipo de maltratos, puede convertirse en el victimario una situación similar.
   Esto nos ofrece una conclusión muy interesante, en el sentido de que podemos deducir que el descalificador alguna vez fue víctima.

NI PRÍNCIPE NI VERDUGO: "POR EL LIBRE ALBEDRÍO"

   Como vimos en el punto anterior, muchos de los descalificadores, tal vez, en algún momento de sus vidas, hayan sido descalificados y, por lo tanto, tal vez ocurra que la descalificación sea la única manera que conocen o que encontraron para relacionarse con los demás. Quizás es la única forma posible que tienen de sentirse, por algunos instantes, importantes. Su forma de pensar es “yo crezco y tengo poder si soy capaz de destruir tu estima y controlarte”.
Sin embargo, esa necesidad ilimitada de demostrar poder solo es el resultado de una estima baja, herida, que encuentra valor a sí misma hiriendo y lastimando a otro.


   La máscara del "ego elevado" es la elegida por ellos. Los hallaremos siempre con un ego altísimo, capaz de invalidar cualquier acción o a cualquiera que trate de superarlos.
   Personas de este tipo pueden encontrarse en todas partes, sea cual fuere el ámbito en donde nos hallemos, tanto en el terreno laboral, como en el social o familiar
   Son seres que proyectan en los otros todas las frustraciones e inseguridades que no les permitieron crecer ni desarrollar su potencial y sus sueños. Como "Utiliza esta exageración de sí mismo para superar la inferioridad." Jay Carter, ellos no pudieron llegar a la meta, su objetivo será que tú tampoco lo logres: "Si yo no lo logro, él tampoco" es su típico razonamiento. Sólo al lograr disminuirte y menospreciarte, él podrá sentirse, al menos por un momento, importante.
   El descalificador conoce a la perfección todo lo que eres capaz de alcanzar si te lo propones e ideas metas para alcanzarlo. Sabe que cuentas con la genética de un campeón, y como conoce tu potencia intentará por todos los medios hacerte sucumbir y amedrentarte. Este es el único camino que conoce y que es capaz de ejecutar el descalificador para que nada se salga de su control.
   Sin embargo, no es tu destino ni el mío el tener que convivir con personas cuya meta es limitarte y lastimar permanentemente tus emociones, ni tampoco nos compete ser su socorrista.


   El descalificador no es más que un simple nene asustado que va reprimiendo y rechazando todo lo bueno que la vida había deparado para él.
   Quizás, en este momento, te preguntes: "Una persona descalificadora: ¿podría formar pareja?, ¿sería capaz de sentir amor?, ¿de compartir sus pensamientos con un amigo?, ¿podría trabajar en equipo?, ¿sentir la belleza de vivir?"
   La respuesta es "no", a menos que tome conciencia de sus actitudes, de su manipulación y decida revertir su mentalidad y su trato.

PALABRAS MORTÍFERAS

   A partir del momento en que recibimos la ofensa o el maltrato, lo primero que se activa en nuestra mente es el preguntarnos y cuestionarnos si algo de todo lo que se dijo es verdad o no, y cuánto hay de cierto y cuánto de error en las insinuaciones que se nos hacen. Cuando operamos bajo este modelo comenzamos a darle más crédito a las palabras del descalificador y a su manipulación que a nuestra propia convicción y acción. Creamos de este modo diálogos internos, derrochamos fuerzas en batallas estériles, en responder a ecos difíciles de acallar, envenenando nuestra mente con falsas profecías y manipulaciones que no merecemos.
   Cuando nuestra mente comienza a interpretar lo que los otros han querido decirnos, empezamos a sentirnos de acuerdo a lo que hemos interpretado.
   Muchos de nosotros tomamos las palabras del descalificador como "palabra sagrada", sin darnos cuenta de que nos estamos haciendo cargo de sus dichos que poco tienen que ver con nuestras reflexiones. Paulatinamente vamos incorporando lo que el descalificador dice y le otorgamos un valor devastador, que lucha en contra de todo aquello que nos hemos propuesto. Ten en cuenta que al hacer carne lo que nos han dicho podremos llegar a tomar las peores decisiones para nuestras vidas.
   Y mientras nuestra estima pierde valor, no solamente nos apegamos -a los falsos mandatos impuestos, sino que todo lo malo y negativo que hayamos pasado recobra fuerza y vuelve para seguir creciendo y lastimando nuestras emociones.
   Dichos como:
  • No sirves
  • No puedes
  • Ten cuidado
  • No llores
  • No seas tonto
  • No te muestres débil
  • ¡Qué incapaz!
  • Eres culpable de lo que pasa
  • Eres molesto
  • Es demasiado para ti
  • Eres rebelde
  • Cállate la boca
  • Haragán

... terminan convirtiéndose en creencias que asumimos como tales y que no nos animamos a refutar.
   La ley de la Concentración establece que: "Cuanto más pienses sobre una cosa, más ésta se hace parte de tu realidad", es decir que aquello que pienses acerca de ti mismo será aquello en lo que te convertirás.


   La posición de víctima no solo traerá angustia y frustración a tu vida, sino que también te transformará en la presa preferida del descalificador, y lo peor de todo es que si por un instante te animas a responder a su agresión, la culpa por responder y defenderte te producirá una angustia aún mayor.
   Por todo esto, el primer paso es poner en orden tu mente y objetar todo lo que hasta hoy creíste cierto. Un pensamiento verdadero acarrea otro pensamiento cierto, y la suma de ellos sanará tu estima y cambiará el valor y el poder de tus decisiones. Para romper con la descalificación que alguna vez recibiste, lo primero que debes hacer es cambiar y ordenar tu propia atmósfera interior y decidir a qué personas vas a dejar entrar en tu círculo más íntimo y a cuáles no.
Cuando defiendas tus creencias y tus valores, podrás afirmar tu estima, tu valoración y tus acciones. Entonces, poco a poco sentirás que estás capacitado para alcanzar todo lo que te propongas, y con una cuota de perseverancia, las mejores oportunidades estarán a tu alcance.


   En la NASA hay un cartel que dice: "Está comprobado que el abejorro, aerodinámicamente, no puede volar por su peso, tamaño y cuerpo, sólo que él no lo sabe."
   En reiteradas ocasiones te dijeron que no eras capaz, que no servías; sin embargo, si tienes actitud de aprender y refutar lo que una vez aceptaste sin cuestionar, todo tu potencial será puesto en marcha y los mejores éxitos tendrán tu nombre.

LIMPIEZA EMOCIONAL

   Si en algún momento de nuestras vidas anhelamos ser personas influyentes, debemos comenzar por reconocer que sólo podremos alcanzar la meta si somos capaces de tener valor, estima, energía, fuerza, aliento, motivación, respeto y amor por los otros. De lo contrario, como dice Erich Fromm,: "Cuando el ser humano se transforma en "cosa", enferma, lo sepa o no."
   El valor que le podamos dar al otro nos dará la fuerza y el empuje que todos, en determinados momentos, necesitamos para crecer y convertirnos en la mejor creación de nosotros mismos. A partir de allí, estando en paz, podremos quitar de nuestro lado a toda aquella persona que tenga como meta desvalorizar y descalificar nuestra vida.


   ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo controlar al descalificador?
   Podemos confrontar al descalificador, pero esto no dará buen resultado: él siempre dará vuelta todo el asunto para salir ileso de la situación y hacer que tú quedes con toda la culpa y la responsabilidad del asunto. En casos como éste, él te podrá decir: "¿De dónde sacaste esa idea de que yo  te estoy usando?, yo soy tu amigo y nunca te utilizaría", con una voz dulce y llorosa que te hará pensar: "Tiene razón, qué tonto, cómo pude pensar eso de él", con lo cual te llenará de angustia y remordimiento sentir que pensaste mal de él, tomando el descalificador un mayor control no sólo sobre tu mente sino sobre la situación en general.
   Otro método no muy aconsejable para controlar al descalificador es, simplemente, actuar como él: eres descalificado, entonces descalificas, y así sucesivamente. Sin embargo esta solución no es la óptima, ya que si la eliges, te estarás sumando a su juego, corriendo el riesgo de salir nuevamente herido.
   El descalificador tiene millones de métodos que sacará de su galera para cada situación en la cual decidas enfrentarlo, y si no la tiene en su mente, la improvisará como todo buen actor.


   Sólo si logramos controlar nuestras emociones, si aplicamos el dominio propio a nuestras vidas y contamos "1, 2 y 3" antes de comenzar a hablar, sabremos qué no hacer frente a esta clase de manipuladores emocionales y seremos capaces de ganar la batalla.

Claves para tratar con un descalificador:
  • No lo contradigas: ésta es una batalla que nunca vas a ganar si lo contradices abiertamente; si insistes con esa estrategia, él se cobrará tu hazaña, ya que detesta ser confrontado. Es vengativo, y si lo humillas, tu nombre estará escrito en su memoria para siempre.
  • No lo confrontes en público: por cierto, esta es una humillación que no dejará pasar por alto. ¿Cómo te atreviste a ofender o a desautorizar la palabra del todopoderoso?
  • Acércate al descalificador: no seas su amigo, simplemente acércate, para que no te hiera. Sé sutil: pequeños gestos y conductas logran grandes cambios; tal vez te suene medio loco, pero es una buena forma de empezar.
  • Míralo y sonríe: este es un método más que sencillo para que tomes el control de la situación; suponte que el descalificador está frente a un grupo de cinco o seis personas y lo primero que hace es ponerse a discutir contigo con el único objetivo de demostrar quién tiene el poder. En este caso, lo que debes hacer es mirarlo con "cara de nada", sonreírle y darle a entender que lo has escuchado, para así revertir lo más rápido posible la situación de tensión. Sé que es difícil, pero se puede.
   
   La conclusión final es "no caigas su juego", no cedas a sus golpes bajos.

   Comienza por priorizar tu vida, cuida tus emociones, deshazte de toda la gente tóxica que por años estuvo cerca de ti y sigue tu camino.
Si cuando eras chico te desvalorizaron, te manipularon, te ofendieron, perdona a todos, sé libre de cada una de las palabras y de las insinuaciones que asumiste como ciertas, y serás libre de todos los que te ofendieron. Aprende a ser independiente, a ser el constructor de tu propio destino.
   El pasado es sólo eso: pasado. Por delante están los mejores años por vivir. Si eres capaz de dejar el pasado atrás, de superarte, de recuperar tu estima, de darle valor a tu vida y a tus sueños, podrás sentarte a la mesa y comer el postre tranquilo.


"Lo peor es educar por métodos basados en el temor, la fuerza, la autoridad, porque se destruye la sinceridad y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión."
(Albert Einstein)

'Los que están siempre de vuelta de todo son los que no han ido nunca a ninguna parte."
(Antonio Machado)

"No te jactes de tí mismo; que sean otros lo que te alaben."
(Proverbios 27:2)

"Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonando, se muestra superior a él."
(Francis Bacon)

"Procura conseguir lo que te gusta o te verás obligado a que te guste lo que no te gustará."
(G. Bernard Shaw)

"Tantas veces nos pasa que vivimos la vida encadenados y ni siquiera nos enteramos de que tenemos la llave del candado."
(The Eagles)

"El mayor enemigo de la libertad individual es el propio individuo."
(Saul Alinsky)

"Lo único que puedes cambiar del mundo es a ti mismo, y eso hace toda la diferencia del mundo."
(Cher)


Extraído del libro "Gente Tóxica" de Bernardo Stamateas
Resumen realizado por Inés Estela López


EL TEMIDO ENEMIGO


Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él, necesitaba además, que todos lo admiraran por ser poderoso, así como la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era.
Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él, era el más poderoso del reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
-Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: Él conoce el futuro.
(En aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente “magos”).
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.

Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan: Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago y después la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado, tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. 

El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, y que se había equivocado en su predicción. Se acabaría, en una sola noche. El mago y el mito de sus poderes...

Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó...
...Después de la gran cena. El rey hizo pasar al mago al centro y ante le silencio de todos le preguntó: - ¿Es cierto que puedes leer el futuro?
- Un poco – dijo el mago.
- ¿Y puedes leer tu propio futuro, preguntó el rey?
- Un poco – dijo el mago.
- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey - ¿Qué día morirás?. ¿ Cuál es la fecha de tu muerte?
El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente -¿No lo sabes?... ¿no es cierto que
puedes ver el futuro?
- No es eso - dijo el mago - pero lo que sé, no me animo a decírtelo.
- ¿Cómo que no te animas?- dijo el rey-... Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino, saber cuando perdemos a sus personajes más eminentes... Contéstame pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?
Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
- No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey... 


Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió por entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en las adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago.
Lentamente el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio...
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza. Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero.
- Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede? – preguntó el invitado.
- Me siento mal - contestó el monarca – voy a ir a mi cuarto, te agradezco que hayas venido.
Y con un gesto confuso giró en silencio encaminándose a sus habitaciones...
El mago era astuto, había dado la única respuesta que evitaría su muerte.
¿Habría leído su mente?
La predicción no podía ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?...
Estaba aturdido
Se le ocurrió que sería trágico que le pasara algo al mago camino a su casa.
El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta:
- Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.
- ¡ Majestad!. Será un gran honor... – dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y para que custodiasen su puerta asegurándose de que nada pasara...
Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si el mago le hubiera caído mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.

Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones de su invitado.
Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la pregunta... necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa. El rey, casi sin escuchar la respuesta alabó a su huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, supuestamente, para “consultarle” otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que nada le pasara).
El mago – que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados – aceptó...
Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de las decisiones. 


Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve el que no sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo.
Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía ser ventajosa empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes.
El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar, porque el rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.

Un día, a más de cuatro años de aquella cena, y sin motivo, el rey recordó aquel plan que alguna vez urdió para matar a este su entonces más odiado enemigo
Y sé dio cuenta que no podía seguir manteniendo este secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. 
Golpeó la puerta y apenas entró le dijo:
- Hermano, tengo algo que contarte que me oprime el pecho 
- Dime – dijo el mago – y alivia tu corazón.
- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte y frente a cualquier cosa que me dijeras, porque quería que tu muerte inesperada desmitificara para siempre tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan avergonzado...
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiera perdido si lo hubiese hecho.
Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin ocultamientos.

El mago lo miró y le dijo:
- Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo. Pero de todas maneras, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y bajaste tu mano sobre el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer, - el mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey. 
– Como justo pago a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí... 
Te confieso hoy que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado nunca.

"Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin embargo, si nos damos tiempo, terminaremos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos".


Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. 
Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentí en esta relación que habían sabido construir juntos...

Cuenta la leyenda... que misteriosamente... esa misma noche... el mago... murió durante el sueño. El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente... y se sintió desolado.
No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en el mundo.
Estaba triste, simplemente por la muerte de su amigo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey pudiera contarle esto al mago justo la noche anterior a su muerte?.
Tal vez, de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para quitarle su fantasía de morirse un día después.
Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...

Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín,
bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como se llora ante la pérdida de los seres queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.

Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía... quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última enseñanza del maestro. 

De: Jorge Bucay


VICENTE FERRER


Vicente Ferrer nació en Barcelona el 9 de abril de 1920

En su juventud se afilió al POUM y a los 16 años fue llamado a filas, durante la Guerra Civil Española. Participó en la batalla del Ebro (1938) y en la retirada del ejército republicano hacia Francia tras la caída del frente de Cataluña, siendo brevemente internado en el campo de concentración de Argelés-sur-Mer.

No habiendo cometido delitos, optó por volver a España, siendo entregado por las autoridades francesas a los franquistas en Hendaya e internado en el campo de concentración de Betanzos durante 1939.

Al terminar la guerra comenzó los estudios de Derecho, pero con la firme determinación de descubrir el camino a seguir para responder a su vocación y ayudar a los demás.

En 1944 abandonó sus estudios para integrarse en la compañía de Jesus, donde encontró una organización de grandes ideales, sabiduría y por la lucha de un mundo mejor.

Con la ilusión de cumplir fielmente sus principios, se ofreció como voluntario para marcharse de misionero a la India.

En 1952, llegó a Mumbai como misionero jesuita para completar su formación espiritual.

Su primer contacto con la India le marcó definitivamente y a partir de ese momento, dedicó toda su vida a trabajar para erradicar el sufrimiento de las personas más pobres de ese país.

En su primera misión en Manmad decidió salir a conocer a las gentes, saber de sus necesidades y ganar su confianza, tratando de dar solución al sufrimiento de los más pobres.

Para ello puso en marcha entre los campesinos un singular sistema de trabajo, que despertó las conciencias y generó un gran movimiento de solidaridad.

"El milagro de dar" consistía en una pequeña ayuda económica y el asesoramiento técnico necesario para obtener agua para los cultivos. Al finalizar, cada campesino devolvía lo prestado (sin intereses)
El milagro se iba extendiendo entre toda la comunidad.

Desde sus comienzos puso en práctica procedimientos tales como organizar pequeñas cooperativas para la excavación de pozos, canalizaciones para el abastecimiento de agua, bancos de semillas, pequeñas parcelas de regadío, etc.

Al mismo tiempo, Ferrer trabajó en la construcción de servicios comunitarios y, gracias a la cesión de unas tierras, levantó dos escuelas, un hospital y dos residencias de alumnos. 


Poco a poco, Vicente Ferrer fue desarrollando una filosofía centrada principalmente en la idea de que la vida, como la acción, no está desprovista de un contenido espiritual, sino que es lo más espiritual que puede hacer una persona. 
En este sentido, fue creciendo en su interior la paradoja entre el hombre de oración y el hombre de acción, comprendiendo finalmente que ante la gran cantidad de miseria que le rodeaba debía dejar de lado los ejercicios religiosos y trabajar en construir un mundo mejor basándose en la acción buena, la única de la que consideraba que no se podía dudar.

La simpatía que despertaba la labor de Vicente Ferrer entre los campesinos generó suspicacias en algunos sectores dirigentes, que veían en él una amenaza a sus intereses. La publicación de un artículo en el 'Illustrated Weekly', el semanario de mayor difusión de India, bajo el título "La revolución silenciosa" fue el detonante de la orden de expulsión que recibió el 27 de abril de 1968, dándole 30 días para abandonar el país.


Esto generó una fuerte movilización con más de 30.000 campesinos y campesinas que secundados por intelectuales y parte de la élite política y religiosa india, realizaron una marcha de 250 km, desde Manmad hasta Mumbai, para protestar por la orden de expulsión.
La entonces primera ministra de la India, Indira Gandhi, medió en el conflicto y redactó un telegrama que puso fin a la tensión y significó también un reconocimiento a la labor del misionero: "El padre Vicente Ferrer marchará al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido otra vez en la India". 

Ferrer volvió a España y fundó Acción Fraterna en el Mundo, con un único objetivo: aliviar la situación de los dos tercios de la humanidad que padecen hambre. 

En estas fechas apareció en la revista americana 'Life' un gran reportaje de doce páginas titulado "El santo de Manmad", mientras desde España, Italia, Alemania, la India y Norteamérica, un movimiento popular recogió 25.000 firmas con la intención de proponerlo como candidato al Nobel de la Paz.


Pese a haberlo solicitado, tres meses después de abandonar la India, el permiso para volver no había llegado todavía.

Sorprendida por su tardanza, fue Indira Gandhi la que ordenó que le concedieran el visado de entrada de inmediato.

Se instaló en Anantapur (Andhra Pradesh), una de las zonas más áridas y pobres de la India.

En 1970 abandonó la Compañía de Jesús y unos meses más tarde se casó con la periodista inglesa Anne Perry, juntos fundaron la organización “Fondo de Desarrollo Rural”. 

Durante los años 70 persistió el asedio, esta vez desde las autoridades de la región, que veían con recelo el trabajo de Ferrer, llegando incluso a intentar encarcelarlo. Éste denunció el abuso de poder del que estaba siendo objeto y consiguió un fallo favorable que creó jurisprudencia.

Desde 1996 contó con su propia fundación, la Fundación Vicente Ferrer, a través de la cual organizaba toda su actividad, centrada en los "descastados" (outcast) y en las aldeas tribales del distrito indio de Anantapur, al que dedicó más de 40 años de su vida.
 

Su trabajo de canalización y gestión rindió fruto: tres hospitales generales, uno de VIH, un centro de control natal, 14 clínicas rurales, 1.696 escuelas, unas 30.000 viviendas y unos 2,7 millones de árboles plantados, entre los proyectos más representativos.

Su trabajo, y el de las personas que le han ayudado, han cambiado para bien la vida de dos millones y medio de personas.

Falleció el 19 de junio de 2009, a los 89 años de edad.


ALGUNAS DE SUS FRASES:

*La acción es una oración sin palabras.... La acción buena contiene todas las filosofías, todas las ideologías, todas las religiones...

*La acción buena nos hace felices. La mala nos destruye.

*La acción une a los hombres. Las ideologías suelen separarlos.

*La utilidad de los libros es que inspiran y ayudan al hombre para entender y descifrar su propio corazón.

*En esta vida no hay ninguna persona, cosa o acontecimiento que sea inútil.

*Dios es el corazón del mundo.

*Lo importante es hacer el bien.

*... hay que entrenar la mente y el espíritu para saber vivir en paz en medio de las tempestades del mundo.

*Ninguna acción buena se pierde en este mundo. En algún lugar quedará para siempre.

*Si yo fuese el amo del Banco Mundial cambiaría pronto las cosas, yo atracaría un banco, pero no puedo todavía tengo un poco de entendimiento.

*No quiero que me recuerden cuando muera, que me dejen en paz..., allí volveré a hacer otra fundación.

*Solo hay dos caminos, aquí y allí, los muertos están más vivos que nosotros, no hay muertos.

*La duda es la herida de la mente en el alma.

*Mi trabajo consiste en conseguir sueños imposibles.

*Muchos autores coinciden en definir los instantes que preceden a la muerte como instantes de una felicidad profunda.

*Crees que vienes a salvar al mundo pero lo que vienes es a salvarte a ti mismo.

*La pobreza no está solo para entenderla sino también para solucionarla.

*Forzar a Dios a que haga algo no vale la pena.

*¿Qué alforjas ha escogido el peregrino? El hombre, la Humanidad, la historia y, por último, Dios. Él es un hecho.

*Qué salta a la mente de un hombre cuando tiene sed: el agua. Entonces qué pasa. Tienes sed, por lo tanto hay agua. La humanidad tiene sed de Dios: hay Dios. Si no, tendrías sed de una cosa que no existe. Si tienes sed de inmortalidad, hay inmortalidad. Si tienes sed de Dios, hay Dios. Dos y dos son cuatro... Si dos y dos no fueran cuatro, no existiría el mundo, todo se hundiría, ya nada se aguantaría.

*Dios ha pensado en el hombre desde el big bang. El futuro es infinito y la evolución del hombre es infinita también. Acabamos de nacer, prácticamente.

*El corazón está partido en dos. Con una mitad, el hombre se ama a sí mismo y con la otra mitad, ama a los demás. Este corazón es una guía continua. Siempre dice: 'Haz el bien'. Siempre está funcionando a toda mecha. Si dentro de uno el amor a sí mismo es más grande que el amor a los demás, entonces cometerá muchos fallos.

*Se puede decir que el amor es una llama que siempre arde y siempre está respondiendo lo más que puede. Estás respondiendo a esa llamada del corazón que tiene luz y fuerza.