LA SOMBRA


Un aspirante espiritual cubrió una gran distancia para visitar a un Yogui que vivía en la jungla.
Se presentó ante él y le rogó:
-Instruirme espiritualmente, señor. Necesito sus enseñanzas porque mi mente está sumida en una gran confusión y siento intranquilidad y zozobra.
El Yogui le indicó: -Ve allí donde puedas recibir los rayos solares y dime si proyectan la sombra de tu cuerpo contra el suelo.
El aspirante caminó hasta llegar a un claro en la jungla y poder recibir los rayos del sol en su cuerpo. Tuvo ocasión de contemplar cómo la sombra de su cuerpo se extendía sobre el suelo.
Volvió junto al maestro y le dijo: -Sí, ya he contemplado la sombra que proyecta mi cuerpo.
-Pues ahora -dijo el Yogui-, desnúdate, exponte de nuevo a los rayos del sol y dime si tu cuerpo proyecta sombra o no.
De nuevo el discípulo llegó hasta el claro. Se desnudó y se expuso a los rayos del sol, comprobando que su cuerpo proyectaba, como antes, la sombra.
Regresó junto al Yogui, que le preguntó:
-A pesar de estar desnudo, ¿ha proyectado tu cuerpo la sombra?
-Efectivamente, maestro, así ha sido.
El Yogui dijo: -Del mismo modo que, sea vestido o desnudo, tu cuerpo proyecta su sombra y tú puedes ser testigo de ello, trata de mantenerte como testigo de tu cuerpo y de tu mente, así como de sus procesos, en cuanto el momento te sea posible y, paulatinamente te irás desligado y te situarás más allá de la sombra del cuerpo y más allá de la sombra de tu mente. Encontrarás la serenidad y la lucidez que ahora te faltan.


El cuidado del cuerpo y de la mente no debe entrañar apego, aferramiento e identificación.
Se les atiende debidamente, lo mejor posible, pero sin ligarse a ellos de tal manera que perdamos nuestra identidad exterior.

En todos nosotros operan como una riada los incesantes procesos psicofísicos, pero como señala una antiquísima instrucción, «el espectador no tiene que ser necesariamente el espectáculo».

Es una práctica saludable aprender a desligarse y mantener la presencia del observador más atento e inafectado, más lúcido pero sosegado: la mente alerta; la mente serena.

Desligarse de preocupaciones, problemas, obsesiones, pensamientos intrusos y dolientes, procesos psicosomáticos, es desplazarse de la superficie de la circunferencia a su centro, de la parte externa de la rueda que gira sin cesar a su buje. Aprende uno a gobernar sus pensamientos y ser más que éstos. 
Vienen y parten, como olas que acuden y se alejan de la playa, como nubes que cruzan el firmamento y no lo arrastran tras de sí. 

La técnica de volverse, sobre todo en situaciones enajenantes, observador atento pero ecuánime, reporta equilibrio y nos hace psíquicamente muy flexibles, menos frágiles.

Se trata de mantener la luz de la conciencia y la presencia de sí, pero evitando contracciones y reacciones innecesarias que nos alteren; hacer gala de una atención plena y sosegada, ante las circunstancias favorables y las desfavorables, ganando quietud incluso en los momentos más perturbadores y sabiendo desprenderse de pensamientos y emociones perniciosos. 
Así se va uno desvinculando de las propias ataduras y frenos, para que emerja una energía más fluida, armónica, expansiva y abierta. Uno «cabalga» sobre el proceso en lugar de que el proceso «cabalgue» sobre uno.

Extraído de: "El libro de la serenida" de: Ramiro A. Calle



LA VECINA MALVADA


Cuentan que un día, una hija adolescente le dijo a su padre: No soporto más a la vecina, siempre se esta metiendo con lo que visto, con lo que hago, que si salgo que si entro, mis amistades... ¡es que la mataría!

El padre que tenía una droguería le contestó entonces: bueno, si es tu deseo, tengo la solución... si de verdad quieres hacerlo, te daré un spray con veneno para que lo eches por la rendija de la puerta cada noche y en pocas semanas, conforme lo vaya respirando muera.

Pero seria bueno para alejar sospechas, que mientras tanto, hablaras con ella, te hicieras su amiga, la cuidaras, le ayudaras a subir la cesta de la compra y la invitaras a merendar algún día, en suma hacer las paces con ella para que si la policía preguntase a los vecinos nadie sospechara de ti.

Esta bien papá, lo haré, contestó la hija... y empezó a escucharla mas, a compartir con ella alguna que otra confidencia, a ser mas gentil, ayudarla en sus quehaceres, hacerle compañía... todo ello mientras, una noche tras otra, iba echando el veneno por debajo de la puerta...

Un día, cuando llevaba un par de semanas haciendo eso, acudió alarmada a su padre: Papá, papá... ¿morirá la vecina con lo que le he echado?, ¿que podemos hacer para cortar el efecto del veneno? 


Me parece una persona agradable, hasta simpática, me ha dado dinero para el cine, me ha preguntado por como me van las cosas y ya no quiero que muera, ¡hay que hacer algo!

A lo que contestó el padre: No te preocupes, no morirá, el spray que te di era solo ambientador, el veneno solo estaba en ti y ahora lo has sacado de tu vida...



Cuando alimentamos rencores, morimos poco a poco. 
Aprendamos a hacer las paces con nuestros enemigos y a tratar a los demás como queremos ser tratados. 

Al tomar la iniciativa de dar, servir y regalar, sin esperar ser correspondidos, el amor aparecerá en el corazón arrojando el veneno del rencor y el resentimiento de nuestro cuerpo.



ACEPTAR


En todos los juicios que yo hago sobre ti, 
hay un juicio sobre mí mismo... 
Y ambos son igualmente ciertos o falsos. 

Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad 
y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad 
y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. 

Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.
La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión.

Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, 
tenemos la motivación para adaptarnos el uno al otro. 

Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; 
es no imponerse ni que se nos impongan.

Cuando te contemplo como a un igual 
y no como a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, 
el significado de nuestra relación se revela por sí mismo

Del libro "El Despertar" de: Raúl Ferrini



DIFAMACIÓN


Una alumna de un colegio faltó a clases por una semana, y otra compañera empezó a decir que la primera no asistía a clases porque estaba embarazada y se estaba practicando un aborto.

La maestra escuchó los comentarios y llamó a la muchacha a su oficina, y le dijo: "Por favor, tráeme un vaso de agua bien lleno". La estudiante se lo trajo.

La maestra le dijo: "Tira toda el agua al piso". La muchacha titubeó, pero al final obedeció.

Después de derramada el agua en el suelo, la maestra le dijo: "Ahora, recoge el agua del piso y ponla en el vaso".

"No se puede", dijo la alumna. 


La maestra le repitió: "Hazlo".

La alumna, con paños y servilletas, recogió todo lo que pudo y así llegó a llenar medio vaso de agua, y estaba sucia.

La maestra le dijo a la alumna: "Así es como ha quedado la fama y el honor de tu compañera".

-"Aún cuando quieras reparar el mal que haz hecho, no podrás hacerlo totalmente".

-"Tu compañera faltó a clases porque estaba en el entierro de su padre que ha fallecido".


Con cuánta facilidad, hablamos sin saber verdaderamente la realidad de las cosas y sobretodo desconociendo, la esencia sagrada de las personas que nos rodean…

Qué inconsciencia tan grande, hacernos eco de rumores malsanos y destructivos, seamos más humanos, seamos más personas!.


POEMAS


(Pintura de Felipe Juan Pérez Reyes)"

AL NIÑO"
Y es con la luna amiga de los luceros
que dormimos a nuestros niños.
Cuando es para las madres algo como un mundo nuevo.
Y en la orilla de los crepúsculos, les traemos al corazón,
temerosa de que se rompa, 
aquella cosita hermosa que nos ha venido del Cielo.
Dulce y alegre es la sonrisa de un niño. 
Gondoleros de nuestra alma.
Llevándonos siempre por infinitos senderos.
El viento arrastra mi pensamiento, hacia el niño solitario, 
jugando con su propia sombra olvidado en la penumbra del sueño. 
Viviendo bajo las olas del viento.
Como rama desterrada desde la vena de un lirio.
Buscando brumas humanas, recostado en tierra dura,
con las estrellas por manto sin el surco humano de recibir el primer beso,
regreso a la cuna donde duerme mi nieto y le estrecho fuertemente
como si en ellos sintiera que los niños olvidados, están bajo mis brazos. 
Eternamente arropados.

Poema de: Olga González de Servando 

(Pintura de Felipe Juan Pérez Reyes)

"Es un Ángel"

Es un niño diferente,
se le nota en la mirada
infantil y expresiva
donde se oculta su drama.

Nos quiere enseñar su mundo;
más, no encuentra las palabras
y nos muestra su sonrisa
tan limpia...,tan sana.

Algo bulle en su cabeza...,
sonríe....,sonríe y mira...
Y de sus ojos se escapan
como dos palomas blancas
los sentimientos más puros
que germinan en su alma...

No es un niño...,
no es un hombre...
Es un ángel
que por este mundo pasa,
aunque la sociedad quiera
hacerlo pasar por NADA.

Poema de: María Jesús Lozano Cáceres

(Pintura de Felipe Juan Pérez Reyes)

"A los Niños"

El es, el recipiente limpio y puro,
de esperanza, inocencia y armonía.
El proyecto de ayer, hecho futuro,
el misterio insondable, para algunos
cuando ven el amor tornarse en vida.

El es, lo que soñamos un momento,
al arrullo de un mar de fantasía,
es la nota que llena con su acento,
el abrazo sutil, el dulce encuentro,
de un aliento de Dios y una poesía.

Poema de: Pedro Callicó

(Pintura de Felipe Juan Pérez Reyes)