La verdadera comunicación empieza con la escucha. Una actitud atenta, cercana y paciente comunica más que la mayoría de nuestros discursos.
Los ojos son los que más transmiten. Con la mirada podemos crear un clima de confianza o crispación.
Podemos conseguir que no nos afecten las críticas destructivas, de la misma forma que podemos aprender de las críticas positivas.
Lo importante no es lo que nos digan los demás, sino lo que nos decimos nosotros/as mismos/as. Si controlamos nuestro "dialogo interno" conseguiremos que nuestro bienestar dependa de nosotros/as, no de lo que opine el resto.
Podemos salir de los "puntos muertos", proponiendo acuerdos razonables.
Para que alguien te comprenda es importante que se sienta querido/a, no agredido/as.
Transmitamos afecto y recibiremos cariño.
Aunque las circunstancias resulten complicadas, aunque tengamos en frente a una persona encolerizada, con nuestra actitud podemos conseguir que, poco a poco, esas personas se sientan escuchadas y lleguen un momento en que pueda producirse una aproximación o un principio de acuerdo que nos termine llevando al diálogo.
- No resulta sencillo mostrarnos pacientes cuando creemos que la otra persona está confundida o alterada y no escucha nada. Nuestra actitud tranquila, de acercamiento e interés hacia lo que el/la otro/a está diciendo será la llave que abra la puerta hacia un cambio en la actitud de nuestro interlocutor, ya que una vez que se ha sentido escuchado/a, está en condiciones de empezar a escuchar o, al menos, sin sentir necesidad de agredir.
- A veces hay que esperar horas, incluso días, hasta que llega el momento propicio en que la otra persona realmente está abierta al diálogo y no se siente agredida por nuestras palabras o consideraciones.
- Pretender hablar cuando el/la otro/a no está en condiciones de escucharnos resulta tan estéril como contraproducente. Lo único que conseguimos es alimentar su carga negativa, reforzar sus ideas irracionales, aumentar el distanciamiento y las diferencias... ¿Es éste nuestro objetivo?
- Aunque pensemos que nuestro caso es diferente, que es imposible poder llevar a la práctica lo que hemos aprendido; sin embargo, en casos aparentemente desesperados, hay algo que siempre podemos conseguir: sentirnos bien con nuestra actitud y hacer que la otra persona se sienta escuchada... ¡Y eso ya es muchísimo!
- Nuestro/a interlocutor/a puede estar preso/a de cólera, inmerso/a en una crisis de mutismo, de desesperanza o de apatía extrema; pero siempre se sentirá sorprendido/a cuando vea que no lo/a atacamos, que no intentamos convencerlo/a de algo, que paradójicamente, aunque crea que estamos en desacuerdo con su manifestaciones, estamos haciendo un esfuerzo enorme por escucharle; por intentar comprender sus argumentos o su situación emocional... En definitiva, por acercarnos a él/ella y tratar de buscar un punto de encuentro: "Armarnos con nuestras habilidades comunicativas para desarmar al otro/a y acercar posturas desde el respeto".
- No nos empeñemos en una confesión pública, sería absurdo; disfrutemos de lo conseguido, establezcamos nuevas vías de comunicación y adoptemos una actitud cercana y relajada, que al otro/a le permita "conectarse" sin necesidad de humillarse. Aprendamos a fomentar la confianza en nuestra comunicación.
- Nuestro éxito depende de cada caso particular, pero iniciar una comunicación con la actitud adecuada facilitará la negociación posterior.
- Permanecer callado/a en muchas ocasiones es la mejor respuesta, pero a veces nuestro silencio puede ser interpretado como un desafío. Es el momento de decir a la otra persona que respetamos su criterio y sus opiniones, y que pensaremos detenidamente lo que nos ha dicho. Todo esto sin dejar de mostrarnos cercanos con la MIRADA, suaves con el GESTO (esbozando apenas una mueca, una débil SONRISA), pero dispuestos/as a dejar la conversación en ese punto, pues ya alcanzamos todo lo que podíamos conseguir: lograr que la otra persona se sintiese ESCUCHADA, RESPETADA Y VALORADA.
(Taller realizado por: La psicóloga, Nuria Esther Vega López para el grupo de "Empoderadas" del Ayuntamiento de Santa Lucía de Las Palmas de Gran Canaría)
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