LA RUEDA DE LA VIDA


El libro de "La rueda de la vida" es una narración, autobiográfica, de la existencia de la doctora Elisabeth Kübler-Ross, que se dedicó en su totalidad a comprender a los enfermos terminales y al estudio de la muerte.
La autora refleja en las paginas de su libro, parte de sus pensamientos más profundos. 
Ella desde que era pequeña descubre cual es su misión, y está destinada a estudiar la vida y la muerte, y se decide por esta última para entender la importancia de la muerte y a través del sufrimiento intenta explicar la existencia humana.

Mucho fue lo que ella aprendió de esta experiencia: vio que los niños dejaban este mundo confiados y serenos; observó que algunos adultos partían, después de superar la negación y el miedo, sintiéndose liberados, mientras que otros se aferraban a la vida sólo porque aún les quedaba una tarea que concluir, pero todos hallaban consuelo en la expresión de sus sentimientos y en el amor incondicional de quienes les prestaban atención. 
No le quedaron dudas de que morir es tan natural como nacer y crecer, pero el materialismo de nuestra cultura ha convencido este último acto de desarrollo en algo aterrador. 
Cuando ella se sintió mas cercana a su propia muerte tras sesenta y dos años de vida dura e intensa, decidió escribir estas memorias para recordar junto a los lectores los pasos importantes que han marcado su trayectoria personal y profesional.

De ahí entonces la redacción de este magnifico libro que llamó "La rueda de la vida" un libro muy singular escrito por una mujer que no cree en los fantasmas de la muerte y si en el poder de un amor incondicional capaz de guiarnos cuando abandonemos la tierra en busca del hogar definitivo.

Es una historia impresionante donde se ve un incansable servicio que a lo largo de su vida ha prestado a miles de enfermos desahuciados. 
Recorre un camino difícil, buscando respuestas y ayudando a los moribundos a alcanzar la paz, pero este contacto constante con la muerte la obsesiona.
Más allá de las verdades científicas, su trabajo afirma la inmortalidad del alma y la vida eterna que alcanzan quienes mueren de forma serena. 
Para ella, la vida después de la muerte no es una sospecha ni un misterio, tal vez un secreto que pocos conocen. No le cabe la menor duda: fuera de este mundo hay una vida mejor, libre de preocupaciones y dolencias.

Ante todo es un libro que nos habla de que en lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a ser. Y podemos sentir cuándo nos vamos convirtiendo en ese alguien. También es verdad que sabemos cuando algo no encaja y que no somos la persona que estábamos destinados a ser.
Consciente o inconscientemente, todos buscamos respuestas, intentando aprender de las diferentes lecciones que nos da la vida.
De modo que la idea principal: ¿Es por qué esperar hasta el final para aprender las lecciones que podríamos aprender ahora?
La lección del miedo, de la culpa, la ira, del perdón, de la entrega, del tiempo, de la paciencia, del amor, de las relaciones, de la pérdida, del poder, de la autenticidad y de la felicidad.
No estamos solos sino mutuamente conectados, que el amor nos hace crecer, que nuestras relaciones nos enriquecen y que el amor es realmente lo único que podemos poseer, conservar y llevarnos con nosotros.

  • Nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda, encierra a la futura mariposa. 
  • Si se vive bien cada día, entonces no hay nada que temer. 
  • Lo único que a mi juicio sana, es el amor incondicional. 
  • No existen las casualidades en la vida. Las cosas que me ocurrieron tenían que ocurrir. 
  • Obstinadamente, yo habían hecho lo que me parecía correcto, y no lo que se esperaba que hiciera.
  • Todo el mundo sufre contratiempos en la vida. Cuanto más numerosos son más aprendemos y maduramos. 
  • La adversidad sólo nos hace más fuertes. 
  • Siempre me preguntan cómo es la muerte. Contesto que es maravillosa. Es lo más fácil que vamos a hacer jamás. 
  • La vida es ardua. La vida es una lucha. La vida es como ir a la escuela, donde recibimos muchas lecciones. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones. Cuando se aprende la lección, el dolor desaparece.
  • "Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas".
  • Durante toda la vida se nos ofrecen pistas que nos recuerdan la dirección que debemos seguir. Si no prestamos atención, tomamos malas decisiones y acabamos con una vida desgraciada. Si ponemos atención aprendemos las lecciones y llevamos una vida plena y feliz, que incluye una buena muerte.
  • El mayor regalo que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, que coloca sobre nuestros hombros la responsabilidad de adoptar las mejores resoluciones posibles.
  • Aprende a contactar con tu silencio interior y entérate de que todo el mundo tiene un motivo. No hay errores ni coincidencias. Todos los acontecimientos son bendiciones para que aprendamos.
  • Cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra -y que no tenemos manera de saber cuando nuestro tiempo se ha acabado-, es que entonces se comenzará a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que tenemos.
  • Viendo una muerte pacífica de un ser humano nos hace recordar a una estrella fugaz, uno de un millón de luces en un vasto cielo que se enciende por un breve momento, sólo para desaparecer en la noche sin fin y para siempre.
  • No es el fin del cuerpo físico que nos debe preocupar. Más bien, nuestra preocupación debe ser para vivir mientras estamos vivos - para liberar nuestro ser interior a partir de la muerte espiritual que viene de vivir detrás de una fachada diseñada para ajustarse a las definiciones externas de quién y qué somos.
  • Tenemos que enseñar a la próxima generación de niños desde el primer día que ellos son responsables de sus vidas. Regalo más grande de la humanidad, también su mayor maldición, es que tenemos libre albedrío. Podemos hacer nuestras elecciones construido por amor o por miedo.
  • La última lección que todos nosotros tenemos que aprender es el amor incondicional, que incluye no sólo a los demás, sino a nosotros mismos.
  • Las personas son como manchas - ventanas de cristal. Ellos brillan y brillan cuando el sol está afuera, pero cuando la oscuridad se establece, su verdadera belleza se revela sólo si hay una luz desde dentro.


Este es el ultimo capítulo de "La rueda de la vida ". Una despedida, y un compendio de la sabiduría de una persona que vivió plenamente, y a través de su servicio a los demás descubrió que es realmente el amor.
Es un testamento vital de la autora. 
En múltiples conferencias transmite su mensaje con la credibilidad que da la palabra de una mujer de ciencia. Pero sobre todo, vivir sinceramente para morir plenamente.


SOBRE LA VIDA Y EL VIVIR.

Es muy típico de mí tener ya planeado lo que sucederá. De todas partes del mundo vendrán mis familiares y amigos, atravesarán en coche el desierto hasta llegar a un diminuto letrero blanco que, clavado en el camino de tierra, reza "Elisabeth", y continuarán su camino hasta detenerse ante el tipi indio y la bandera suiza que ondea en lo alto de mi casa de Scottsdale. Algunos estarán tristes, otros sabrán lo aliviada y feliz que estoy por fin. Comerán, contarán historias, reirán, llorarán, y en algún momento soltarán muchos globos llenos de helio que se parecerán a E.T. Lógicamente, yo estaré muerta. Pero ¿por qué no hacer una fiesta de despedida? ¿Por qué no celebrarlo? A mis setenta y un años puedo decir que he vivido de verdad. Después de comenzar como una "pizca de 900 gramos" que nadie esperaba que sobreviviera, me pasé la mayor parte de mi vida luchando contra las fuerzas, tamaño Goliat, de la ignorancia y el miedo. 

Cualquier persona que conozca mi trabajo sabe que creo que la muerte puede ser una de las experiencias más sublimes de la vida. Cualquiera que me conozca personalmente puede atestiguar con qué impaciencia he esperado la transición desde el dolor y las luchas de este mundo a una existencia de amor completo y avasallador.
No ha sido fácil esta postrera lección de paciencia. Durante los dos últimos años, y debido a una serie de embolias, he dependido totalmente de otras personas para mis necesidades más básicas.
Cada día lo paso esforzándome por pasar de la cama a una silla de ruedas para ir al cuarto de baño y volver nuevamente a la cama. Mi único deseo ha sido abandonar mi cuerpo, como una mariposa que se desprende de su capullo, y fundirme por fin con la gran luz. Mis guías me han reiterado la importancia de hacer del tiempo mi amigo. Sé que el día que acabe mi vida en esta forma, en este cuerpo, será el día en que haya aprendido este tipo de aceptación.
Lo único bueno de acercarme con tanta lentitud a la transición final de la vida es que tengo tiempo para dedicarme a la contemplación. Supongo que es apropiado que, después de haber asistido a tantos moribundos, disponga de tiempo para reflexionar sobre la muerte, ahora que la que tengo delante es la mía. Hay poesía en esto, un leve drama, parecido a una pausa en una obra de teatro policíaca cuando al acusado se le da la oportunidad de confesar. Afortunadamente, no tengo nada nuevo que confesar. La muerte me llegará como un cariñoso abrazo. Como vengo diciendo desde hace mucho tiempo, la vida en el cuerpo físico es un período muy corto de la existencia total.
Cuando hemos aprobado los exámenes de lo que vinimos a aprender a la Tierra, se nos permite graduarnos. Se nos permite desprendernos del cuerpo, que aprisiona nuestra alma como el capullo envuelve a la futura mariposa, y cuando llega el momento oportuno podemos abandonarlo.
Entonces estaremos libres de dolores, de temores y de preocupaciones, tan libres como una hermosa mariposa, que vuelve a su casa, a Dios, que es un lugar donde jamás estamos solos, donde continuamos creciendo espiritualmente, cantando y bailando, donde estamos con nuestros seres queridos y rodeados por un amor que es imposible imaginar.
Por fortuna, he llegado a un nivel en el que ya no tengo que volver a aprender más lecciones, pero lamentablemente no me siento a gusto con el mundo del que me marcho por última vez. Todo el planeta está en dificultades. Ésta es una época muy confusa de la historia. Se ha maltratado a la Tierra durante demasiado tiempo sin pensar para nada en las consecuencias. La humanidad ha hecho estragos en el abundante jardín de Dios. Las armas, la ambición, el materialismo, la destrucción, se han convertido en el catecismo de la vida, en el mantra de generaciones cuyas meditaciones sobre el sentido de la vida se han desencaminado peligrosamente.
Creo que la Tierra castigará muy pronto estas fechorías. Debido a lo que la humanidad ha hecho, habrá terribles terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas y otros desastres naturales jamás vistos. Debido a lo que la humanidad ha olvidado, habrá muchísimo sufrimiento. Lo sé. Mis guías me han dicho que hay que esperar cataclismos y convulsiones de proporciones bíblicas. ¿De qué otro modo puede despertar la gente? ¿Qué otra manera hay de enseñar a respetar la naturaleza
y la necesidad de espiritualidad?
Como mis ojos han visto el futuro siento una gran compasión por las personas que quedan aquí. No hay que tener miedo; no hay ningún motivo para tenerlo si recordamos que la muerte no existe. En lugar de tener miedo, conozcámonos a nosotros mismos y consideremos la vida un desafío en el cual las decisiones más difíciles son las que más nos exigen, las que nos harán actuar con rectitud y nos aportarán las fuerzas y el conocimiento de El, el Ser Supremo. 

El mejor regalo que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, la libertad. 
Las casualidades no existen; todo lo que nos ocurre en la vida ocurre por un motivo positivo. Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas.

Cuando estoy en la transición de este mundo al otro, sé que el cielo o el infierno están determinados por la forma como vivimos la vida en el presente. La única finalidad de la vida es crecer. La lección última es aprender a amar y a ser amados incondicionalmente. En la Tierra hay millones de personas que se están muriendo de hambre; hay millones de personas que no tienen un techo para cobijarse; hay millones de enfermos; hay millones de personas que sufren maltratos y abusos; hay millones que padecen discapacidades. Cada día hay una persona más que clama pidiendo comprensión y compasión. Escuche esas llamadas, óigalas como si fueran una hermosa música. Le aseguro que las mayores satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón a las personas necesitadas. La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.
Realmente creo que mi verdad es una verdad universal que está por encima de cualquier religión, situación económica, raza o color, y que la compartimos todos en la experiencia normal de la vida.

Todas las personas procedemos de la misma fuente y regresamos a esa misma fuente.
Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.
Todas las penurias que se sufren en la vida, todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios, son en realidad regalos. Son la oportunidad para crecer, que es la única finalidad de la vida.
No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo.
Si estamos dispuestos para las experiencias espirituales y no tenemos miedo, las tendremos, sin necesidad de un gurú o un maestro que nos diga cómo hacerlo.
Cuando nacimos de la fuente a la que yo llamo Dios, fuimos dotados de una faceta de la divinidad; eso es lo que nos da el conocimiento de nuestra inmortalidad.
Debemos vivir hasta morir.
Nadie muere solo. Todos somos amados con un amor que trasciende la comprensión.
Todos somos bendecidos y guiados. Es importante que hagamos solamente aquello que nos gusta hacer. Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero vamos a vivir plenamente. Y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos hecho lo que vinimos a hacer.
La lección más difícil de aprender es el amor incondicional.
Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida. Todo depende de cómo hemos vivido.
La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias.
Todo es soportable cuando hay amor.
Mi deseo es que usted trate de dar más amor a más personas.
Lo único que vive eternamente es el amor.



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