LAS SIETE REGLAS DE "PARACELSO"



Las 7 reglas de Paracelso para una vida con sentido

Paracelso: médico, alquimista, viajero y erudito heterodoxo.
Dejó formuladas 7 reglas para una vida con sentido que se adelantan significativamente a su tiempo. 
Confirman que los antiguos conocían perfectamente la relación entre cuerpo y psique mucho antes que la moderna psico-inmunología demostrase los efectos bioquímicos de las emociones en nuestra salud. 

En sus reglas, Paracelso habla de una salud holística, de la importancia de los pensamientos positivos y de estar conectados con nuestro interior, del valor del silencio y la discreción, como también afirmaba Sócrates en sus tres tamices, de la confianza en la vida y por supuesto, de ser buenas personas. 
  • La suerte no existe y el destino depende de los propios actos y pensamientos. 
  • Cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien.
  • Jamás creerse solo, ni débil.
  • El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo.
  • El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre.
 Sabias palabras del siglo XV, perfectamente aplicables al mundo del siglo XXI


1. Lo primero es mejorar la salud

Decía que para ello hay que respirar profunda y rítmicamente al aire libre, llenando bien el abdomen. 
Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más completo posible, evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación.

2. Desterrar absolutamente del estado de ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza ...

Debe huirse de toda ocasión de tratar a personas negativas, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas, vulgares; que la base de sus ocupaciones y conversaciones sean tópicos, no éticos ni morales. 
Esta regla es de importancia decisiva, por cuanto se trata de cambiar la contextura espiritual del alma. 
La suerte no existe y el destino depende de los propios actos y pensamientos.

3. Hacer todo el bien posible

Ayudar a los demás siempre que se pueda sin relegarse uno mismo.
Cuidar las propias energías y huir de todo sentimentalismo hueco.

4. Olvidar toda ofensa, más aún: esforzarse por pensar bien siempre

Por ejemplo, todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior. Hay que destruir todas las capas superpuestas de viejos hábitos, pensamientos y errores que enmascaran la profunda esencia del ser, que es perfecta.

5. Recogerse todos los días, por lo menos media hora, en donde nadie pueda perturbar.

Explica que eso fortifica enérgicamente el cerebro y pone en contacto con las buenas energías. En ese estado de recogimiento y silencio, suelen surgir a veces ideas luminosas, que con el tiempo uno se llega a percatar que fueron un elemento fundamental para la solución de problemas. Y es que ellas brotan de esa dimensión profunda y honda del ser humano a la que Sócrates llamaba daimon.

6. Guardar silencio de todos los asuntos personales

Abstenerse de referirse a los demás todo cuanto se piense, se oiga o se descubra, hasta tanto se verifique, compruebe o se tenga la completa certidumbre.

7. Jamás temer a los seres humanos, ni que inspire sobresalto la palabra “mañana”

Cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien. 
Jamás creerse solo, ni débil. 
El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo. 
El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre. 

Si se estudia atentamente a las personas triunfadoras, se verá que intuitivamente observan gran parte de las reglas que anteceden. Por otro lado, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser uno de los factores que conduzcan a ella, por el poder que ofrece para hacer buenas obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impere el mal, cuyo verdadero nombre es egoísmo. Jamás debe quejarse uno de nada, hay que dominar los sentidos; huir tanto de la autocompasión como de la vanidad. 
La autocompasión sustrae fuerzas y la vanidad las paraliza.

Paracelso



No hay comentarios:

Publicar un comentario