Con el miedo se pasan por alto muchas cosas, se deja de amar plenamente.
Por el miedo, nunca nos entregamos totalmente al momento que estamos viviendo, nunca nos arriesgamos.
El miedo nos retiene y nos invalida;
no permitiendo que investiguemos nuevos estilos y nuevas rutas;
nuevas relaciones, nuevas formas de hacer las cosas.
Llegamos a un punto más allá del cual nos da desasosiego ir,
así que nos quedamos anclados.
Y caemos en una monotonía sin fin,
hundiéndonos en una trampa.
Es mínimo el riesgo porque siempre hacemos las mismas cosas
que sabemos que nos van a dar los resultados de siempre.
Vivimos en un círculo de seguridad.
Pero ahí precisamente es donde está el engaño;
porque parece que estamos vivos,
cuando en realidad estamos muertos.
Con miedo no existe la posibilidad de cambios.
Y la vida es cambio.
Se disfraza con la justificación de que necesitamos ser prudentes
por temor a errar.
¿Pero qué aprendizaje de la vida puede existir sin la equivocación, sin el error?
¿Qué podremos aprender de la vida si le tememos al fracaso?...
Por el miedo no destruyamos la posibilidad
de apreciar lo que nos ofrece la vida.
Estamos vivos.
Así que; disfrutemos ese regalo.
Hay que ser muy valiente y tener mucha confianza
en la existencia para practicarlo.
De dos variantes que se nos presenta,
arriesguémonos a la nueva.
¡Atrevámonos! Aventurarnos hacer cosas diferentes
para obtener nuevos resultados.
Cortemos en pedacitos a la sospecha, a la duda,
a la indecisión,
al temor
y emprendamos el vuelo a alturas superiores.
No permitamos que esos usurpadores mentales de vida
se apoderen de nuestro ser.
No le tengamos miedo a la vida.
No la vivamos en la rutina,
dejemos que ella nos viva,
dejemos que ella nos sorprenda.
Inés Estela
No hay comentarios:
Publicar un comentario