LA PACIENCIA


Para crecer con nuestras experiencias, debemos concedernos el tiempo necesario para desarrollarnos, pues todo tiene un ritmo y una energía creativa propia. 
En muchos casos, sobre todo en lo personal, no hay reloj que mida nuestro avance. Una de las herramientas más importantes es la paciencia. 

Comenzamos a dar vida a un nuevo lado de nuestra persona, una parte que estaba dormida desde hacía muchos años. 
Los años anteriores han estado plenos de diversos sistemas de creencias, conductas,  experiencias emocionales cargadas; debemos ahondar entre ellas a fin de volver a la verdad y a nuestra fuente infinita. 

Cuanto más utilicemos la mente racional, menos avanzaremos. 
Cuando dedicamos demasiada energía a analizar un pensamiento o mensaje, dejamos poco de esa preciosa energía para utilizar en el trabajo psíquico y espiritual en sí. 
El progreso lleva tiempo.


Con paciencia y disciplina apreciaremos los cambios. 
Disfrutemos cada poquito de sensibilidad que vayamos notando. 
Disfrutemos de la aventura del sentir a cada instante, no sigamos anulando los sentimientos originales por tener todo cerebralmente controlado. 

No nos desilusionemos si los resultados no se presentan de inmediato. 
Al tiempo se notará los esfuerzos que se hayan realizado. 
Recordemos que venimos a este mundo con una postura mental antigua y que al espíritu le lleva tiempo remodelar nuestra mente y el despertar nuestra sensibilidad.

Hay cosas que no puedes cambiar, que toman su propio curso y tardarán lo que tengan que tardar para llegar a su fin.            

La impaciencia entonces no es más que una forma de torturarse a si mismo. 
La situación no va a cambiar con más nivel de estrés, coraje y desesperación que uno tenga.

LO BUENO ES QUE LA PACIENCIA ES ALGO QUE SE APRENDE, PUES DEFINITIVAMENTE NO SE NACE CON ELLA.

Relajar el cuerpo. Cuando estemos desesperados, quizá de forma inconsciente, estemos tensando cada parte de nuestro cuerpo. 
Aprender a reconocer este estado es importante para luego relajarnos.

La paciencia no es negligencia. Hay que aprender a diferenciar entre ser paciente y no estar haciendo nada por mejorar una situación que no es perfecta. 

Ser paciente se define como “Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. 

De esta manera, estar relajado pero sin dejar de buscar eso que se desea, con ello se cultiva la paz mental.

Cuando dejas la pelea con el tiempo y el estrés entonces ganas paz y tiempo de verdad. El tiempo se expande y se aprovecha a cada instante.

Inés Estela



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