Recuerda que todo lo que te molesta de los otros
es una proyección de todo lo que todavía no has resuelto de ti mismo.
Deja que cada quien resuelva sus propios problemas
y concentra tu energía en tu propia vida.
Ocúpate de ti mismo, no te defiendas.
Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia
a las palabras de los otros
y le das más fuerza a su agresión.
Si aceptas el no defenderte estás mostrando
que las opiniones de los demás no te afectan,
que son simplemente opiniones
y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.
Haz un silencio de la palabra para volver a educar al ego
que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo.
Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya.
El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio.
Si tu ego se impone y abusa de este poder
el mismo poder se convertirá en un veneno,
y todo tu ser se envenenará rápidamente.
¡Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno!
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