Según el diccionario,
fe es la creencia confiable en la verdad, la validez o seriedad de una persona,
idea o cosa.
Fe y razón son
compatibles, de manera que la evidencia y la razón finalmente llevan a la
creencia.
Según la Biblia: “La
fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración
evidente de realidades aunque no se contemplen”. (Hebreos 11:1).
No es una esperanza
supersticiosa, la fe es la confianza derivada de la verdad, o al menos, de
nuestro entendimiento de las verdades que gobiernan la vida, tanto en el
pasado, como en el presente y en el futuro. En este sentido, la fe es
individual. Nadie puede tener fe por otro.
Es razonada y basada
en la verdad y después de esa verdad es lo que se espera.
Fue el científico Blaise
Pascal quien dijo: “La fe nos dice con seguridad lo que no dicen los sentidos,
pero no lo contrario a lo que los sentidos ven; está por encima de ellos, no en
contra.”
La fe es también ver lo que
nadie más ve y actuar en consecuencia. Todas las personas somos diferentes y
cada una visualiza el futuro de manera particular.
Un ejemplo es el de
Samuel Morse, el inventor del telégrafo. Él era un artista, no un inventor o
científico, ni siquiera ingeniero, pero cuando escuchó casualmente una
conversación acerca de la electricidad y el electromagnetismo, apenas en
desarrollo por ese entonces (esto ocurrió a principios del siglo XIX)
Visualizó un medio de
comunicación a distancia en base a dichos conceptos. Y más aún, confiado en que
funcionaría, abandonó su carrera de pintor y dedicó su vida a desarrollar su
idea.
Sufrió muchos
rechazos y pasaron 12 años antes de que el Congreso Americano aceptara tender
una línea de telégrafo entre Washington y Baltimore.
El resultado, un
medio de comunicación que acercó al mundo.
Esta “visión” más
allá de los sentidos, es fe.
La fe no es “un salto a ciegas en la oscuridad” como dijera Soren Kierkegaard a principios del siglo XIX y cuya frase se simplificó posteriormente a “la fe es ciega”.
La verdadera fe se
basa en algo seguro.
Hay quienes dicen que
la fe en Dios es ciega, pero en realidad hay tanta evidencia que señala a la
existencia de un Creador, que la real ceguera sería no tener fe en Dios.
Así como la razón
respalda la fe en Dios, debe respaldar a cualquier persona, trabajo o idea en
la que coloquemos nuestra fe.
La fe no es sólo convicción;
sino obrar consecuentemente con lo que uno cree.
Inés Estela López
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