- Entre lo que nos gustaría ser y hacer y lo que realmente podemos ser y hacer hay un auténtico abismo.
- Es importante conocernos para encajar nuestros deseos en nuestras auténticas posibilidades; por tanto, nuestra elección deberá basarse en nuestro potencial y no solo en nuestro deseo.
Preguntarnos: ¿Cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, nuestras habilidades, competencias, carencias,...?
- ¿Y la voluntad?...
"La voluntad, por si misma, no es sinónimo de
triunfo; la voluntad para ser valiosa, deberá estar subordinada a la inteligencia".
- Al aceptar nuestras habilidades y limitaciones evitamos sufrimientos inútiles, inseguridades y desvalorizaciones absurdas. Es preferible el sufrimiento puntual que nos produce la toma de conciencia ante la imposibilidad de conseguir una meta demasiado alta, a la agonía que se manifiesta en el día de una realidad que nos sobrepasa y nos provoca situaciones límites y desgastantes.
- La debilidades pueden mejorarse, ¡por supuesto!, lo que no es aconsejable es obviarlas ni obsesionarnos con ellas. Nuestra misión será conocerlas primero, para tratar de superarlas después; nuestro potencial lo pondremos al servicio de este objetivo.
- Cuando nos parezca que la humanidad está en nuestra contra, tomemos un poco de distancia y tratemos de analizar la situación como espectadores; de esta forma profundizaremos en el desarrollo de nuestra inteligencia, pues no olvidemos que:
"La inteligencia es la capacidad de dirigir el comportamiento"
- Para reforzar la conducta deseada, tomaremos por norma: premiarnos de vez en cuando y siempre que nos encontremos de baja forma.
- El/La niño/a necesita del afecto y de la aprobación de su entorno para sobrevivir; la persona adulta tiene otras defensas, pero también necesita sentirse reforzada de vez en cuando y, fundamentalmente, cuando está decaída.
- ¡Cuidado! Premiarnos no quiere decir necesariamente "regalarnos algo material"; puede que el mayor regalo que podamos hacernos es "dejarnos un poco de tiempo para nosotros".
- Los problemas no se solucionan únicamente pensando en ellos y dándoles vueltas y vueltas; se solucionan mejor cogiendo distancia, analizándolos con objetividad (y nada favorece más a la objetividad, que sentirnos bien física y anímicamente) y, además, enfocándolos con cierto humor y una actitud positiva, que no tiene que estar reñida con una actitud realista.
- Al igual que los grandes problemas conviene que los cortemos y dividamos en problemas más pequeños y accesibles; también conviene que no premiemos cada poco tiempo.
- Lo importante no es premiarnos cuando hayamos conseguido una meta, sino durante el proceso para llegar a la misma. La mayoría de las veces el camino a recorrer es arduo y desmotivante; cuando todo parezca volverse en contra y no encontremos ninguna señal positiva que nos ayude a sonreír y salir de esa crisis, ése será el mejor momento para reforzarnos, para darnos algún premio, para mimarnos y decirnos todo lo que nos queremos.
"Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza nuestro pensamiento".
(Albert Einstein)
(Taller realizado por: La psicóloga, Nuria Esther Vega López para el grupo de "Empoderadas" del Ayuntamiento de Santa Lucía de Las Palmas de Gran Canaría)
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